jueves, 27 de octubre de 2011

FRAGMENTOS BUDISTAS










Si hacemos caso a Weininger, el hombre genial abarca los más posibles de seres, mientras que el mediocre solamente comprende sí mismo. Esto es coherente con el hecho aseverado también por el suicida de Viena, de que existe una diferencia entre lo promedio (resultado de la estadística) y el tipo o esencialidad del ser. El hombre extraordinario está llamado a lograr la plenitud de lo humano, es decir, a fundirse en la vacuidad general.

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La maldad, en el fondo, no tiene más que como causa eficiente a la vulgaridad. Lo malo es el resultado de las acciones del hombre mediocre.

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La compasión solamente es válida si se oculta. Creer que la “Karuna” pueda producir frutos no es más que eso, una creencia. No ocultar la compasión es ser impertinente con el destino de los hombres.

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La prueba máxima de la mentira del vanidoso es que siempre al contemplarse al espejo se ve bello y deseable.

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¿A qué se debe la esterilidad de admirar a los padres? Al hecho de que no podemos vivir de los frutos de quienes nos anteceden. De igual forma, quien busca alcanzar el Nirvana, carece de padres. Nada se dice del dolor que le habrá causado el Buda ser objeto de la desilusión de su padre, e, incluso, es difícil aseverar que realmente le haya dolido la muerte de su madre. No le quedaba más que sentir dolor por quien estaba delante de él, esa punta de lanza que lo ataba a la tierra.

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El ser profundamente fuerte le avergüenza mostrar que es amado; por el contrario, quien se ha dejado engatusar por la mentira de la vanidad de otorgarse valor por medio de otro, gusta de exhibir la dudosa corona de ser objeto del amor de alguien.

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No se puede desnudar una apariencia sino es siendo víctima de su engaño. De ahí que solamente los conscientes del “Yo” puedan acceder al Nirvana.

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Huyo del dolor del hombre porque, si permaneciera ante él, sin duda desfallaría hasta la muerte.

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Para muchos estoy relegado a la esquina de los perdedores. No hay infierno ni gloria más potente que el que se forja en las entrañas…

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No existe mejor manera de acercarse al vacío que siendo uno mismo hasta el agotamiento, hasta la sequía. Es ahí donde se revela lo tan poca cosa que somos.

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