Cuando le preguntaron a
Suzanne Collins, la escritora del Best Seller Juegos del hambre, si conocía The
Battle Royale de Koushon Takamy, se mostró sorprendida al enterarse que
guardaba grandes similitudes su novela juvenil con la obra del escritor
japonés. Pero, la neta, la obra de Takamy está más chingona, chequéense el dato.
Éste a su vez, tomaba
elementos del Mito griego de Teseo y el Minotauro y de las pelis del tipo El
señor de las moscas (Hook, 1990), que busca exponer la naturaleza humana en
situaciones límite de supervivencia y de las post-apocalípticas (llamadas muy
pomposamente “distópicas”) a lo Mad Max (Miller, 1979), Mundo acuático
(Reynolds, 1995), Somos guerreros (Tamahori, 1994 –perdón, no es comparación
sólo referencia) en donde escasea de todo menos de la consabida culerada
humana.
Tanto Battle Royale como los
Juegos del hambre guardan gran similitud con el Big Brother Orweliano, pero, ¡o
desilusión! Sin la profundidad necesaria que…bueno, ya me adelanté, vayamos paso
a paso.
Ya que nos vamos a petatear...pos, la neta no quiero morir virgen así que...
Resulta que en un futuro no
muy lejano, la joven cazadora (¡de animales en peligro de extinción en un mundo
post-apocalíptico!), la eterna Mariana que nos robó el suspiro (y una ligera
picazón entre las piernas) en Lejos de la tierra quemada (Arriaga, 2011) y esa
heroína postmoderna Ree Dolly en Lazos de sangre (Granik, 2010), Katniss
Everdeen (la muy oscareable Jennifer Lawrence), se ofrece como “tributo”
voluntario a fin de salvar a su hermanita lloricona Primrose (Willow Shields)
de la muerte segura en los juegos anuales del hambre que se celebra en la
capital de Panem, país con una extraña mezcla de Estado
totalitario-hiperbigbrotheriano-talkshowero-seudoromano, seudo-neoliberalista y
seudo sesos, en donde sólo hay un triunfador que sale con vida.
Oigan chitos y si mejor nos echamos Crepus.culo, esta ya me aburrió.
Pues resulta que un hombre y
una mujer deben ir por parte de los 12 distritos que componen el país (división
que reciben según el producto que laboralmente ofrecen), siendo Katniss y Peeta
Mellark (Josh Hutcherson), los escogidos por el minero sector 12. Por cierto, a
este último no le ha importado trascender su amor silencioso, pendejamente
reprimido, ante las cámaras del gran concurso nacionalmente televisado hacia
Katniss (quien termina enamorada de él), con el fin de ganar simpatías del
público y de los patrocinadores del programa-juego quienes lograrán sacarlos de
apuros cuando estén en el campo de lucha exponiendo su dulce idilio romántico
superviviente a un guion lineal de autopista al que hay que estar atentos
porque si no te duermes. (Coño, en vez de decir en la entrevista ante Caesar
Flickerman (Stanley Tucci) “no creo que después de esto ella pueda saber que la
amo”, debió haber dicho el mocoso: “porque si yo gano, ella pierde”).
Muy intimista al principio
(cero tomas de conjunto y panorámicas), nos introduce a un drama donde no hay
comida, existe una explotación infrahumana, un estado de enajenación mental
(como dirían los posestructuralistas una “sociedad de control”) y un Lenny
Kravitz que parece que en cualquier momento le va a preguntar al director si lo
está haciendo bien. Pues la cosa va degenerando, de lo que pudo ser una buena
crítica a la estupidez de los medios de diversión actuales, a un drama amoroso
capacitado para ganarse la simpatía de miles de enajenados. ¿El mensaje de esta
dominguera? El amor sobrevive a pesar de la dictadura de los ideales pendejos,
del control de los poderosos, de la utopía de la sociedad feliz (Aldous
Huxley). Y hasta dije mucho.
La huérfana buscando a quién despacharse
Mejor léanse el libro y de
paso la segunda parte “En llamas”, y la tercera y última de la trilogía
“Sinsajo”, para que se eviten la pena de seguir viendo de más pan con lo mismo.
Pues bien, aquí van mis
tacos y mi torta pa que se les quiten las ganas de jugar al hambre:
1.- ¡Por Dios que en un
mundo sin comida lo último que habría serían verdes bosques y grandes porciones
de tierra vírgenes!
2.- Un Estado nacional
socialista como Panem (et circenses nostrum cotidiánum da nobis hódie, et
dimitte nobis débita nostra…etc.), con tantos años ejerciendo el poder
mass-media, tuviese por ciudadanos convencidos del honor y privilegio de morir
en un juego épico como los del Hambre, así como sería una gran tradición que en
todos los sectores (no importando lo pobres que sean, si no, pregúntenles a los
jamaiquinos y cubanos), existiera un entrenamiento acabado para evitar el
sacrificio de quienes no están aptos para el juego, poseyendo la forma del
tributo voluntario. Nada más de ver esa inconsistencia se me aguó toda la
película.
3.- Está de más la brutalidad
político moral del presidente Snow (Donald Sutherland), particularmente porque
contrasta con la novata actitud del director del show Seneca Crane (Wes
Bentley), de quien nos preguntamos cómo rayos llegó a ser el mero picudo del
programa si está evidentemente en pañales.
Oye...y si para aliviar mi instinto asesino por naturaleza me cantas esa la de esto no se acaba hasta que no se acaba y si no se acaba es porque no se acabó...
4.- En el afán porque los
personajes nos resultaran cercanos, quedan anacrónicos. Piénsese por ejemplo en
la actitud que asumirían los guerreros romanos o griegos a quienes pretenden
emular estos guerreros del fin del mundo: pues nos vienen quedando enanos,
demasiado blandos y civilizados, comparados con la brutalidad, la consciencia
de sacrificio propiciatorio, la bizarra lucha contra una fatalidad, la pasión
por la gloria bélica que debió de operar en las almas de guerreros
sobrevivientes.
5.- Pesa demasiado el hecho
de que la escritora de la novela haya participado en el guion: se afana en la
trama dejando a lado el lenguaje cinematográfico que necesita ese mundo post-apocalíptico.
Una fotografía demasiado diáfana, y un relato lineal, acusan la prisa por
contar sin imágenes una historia que, aunque en sí es buena, empobrece los
recursos fílmicos con los que se pudo haber contado. Esto es un claro ejemplo
de que la literatura es la literatura y el cine es el cine y no deben ser
confundidas las premisas de cada una de sus formas de expresión particular.
6.- Casi toda la película se
apoya en las actuaciones del cabronazo, como siempre soberbio de Woody Harelson
(el personaje es Haymitch Abernathy) y de, of cours, mi recién hada de los
sueños Jennifer Lawrence, lo que deja a los demás como que bailando un tango en
el vacío, cosa que le resta profundidad a sus personajes y al relieve general
de la peli.
La neta, ¿si o no sobresale de entre la multitud esta werca?
7.- Y la torta de tamal… pues,
ya la neta, el hecho de que a lo mejor ese día estaba muy cansado y como que me
dio sueño. No logró atrapar mi atención na más que para el hecho de destrozarla
en esta semblanza. Lo más rescatable de este churrazo, es, además de Harelson,
chingonazo como siempre, pues es la mamacita de todos los sueños de a dos
manos, Jennifer Lawrence…y diciendo esto me dispongo a ir a dormir. God Night y
FIN.