sábado, 30 de junio de 2012

LA TOP MODEL ROJA




Y estaba sentado frente al tubo y que me acuerdo de otro tipo de tubo: uno de mota. Pero ¡oh my fuckin' God! Que de repente voy viendo un retwiteo (tweet que sirve de tubo a otro tweet), que me redirecciona hacia donde estaba sentado (si no se entendió lo que dije es su pedo). Imaginénse lo tan interesante que resultó lo que ví que se me olvidó pronto las ganas de fumar un leve de tetrahidrocanabinol delta-7.

Pues bien que me refiero a la siguiente emisión radio-televisiva de un canal en Cuba que hablaba de la Vallejo (Mi amor, la mujer más bella sobre la faz del planeta, me caso contigo aunque no llegues a entender nunca el Capital de Marx ni la Riqueza de las Naciones de Adam Smith), en términos canonizadores.


Si de por sí, citando al mismísimo Silvio Rodríguez "Nadie sabe qué cosa es el comunismo...(y eso puede ser pasto de la censura)", cuánto menos entender qué mierda es que se encuentre secuestrada la educación en Chile por el sistema neoliberal.

En fin, que no me duró mucho la mini-perplejidad/risa/pena ajena/sentido-comunista-auténtico, y me lancé por el susudicho tubo, no sin antes reflexionar que todos esos horrorosos, incluidos el chaval chileno de la entrevista, cada vez que veían a camilita mínimo se echaban como dos pajas mentales...





miércoles, 20 de junio de 2012

MI PERSPECTIVA SOBRE LA IZQUIERDA




Siempre que se pueda elegir,

uno deberá hacerlo por los que menos tienen,

a condición de no olvidar que los oprimidos

están hechos del mismo barro que sus opresores.

E.M. Cioran






Estamos a escasos días de la elección presidencial en México y ha acontecido un fenómeno que nunca antes me había tocado vivir en el terreno de mis ideas sobre las cosas: ha coincidido la vorágine política actual con un cambio de mentalidad de mi parte hacia los problemas sociales, tal y como si se tratase de una armonía prestablecida leibniziana.

Es verdad que desde siempre fui consciente de la existencia de la protesta política en México, y de la importancia del lugar que tenían las expresiones culturales producidas directa o indirectamente por jóvenes artistas mexicanos, pero no de su pertinencia y autenticidad. La arista a la protesta ya señalada estaba marcada por un desencanto hacia el cambio que había sido prometido en la Constitución del 17. México tuvo la primera revolución social en el mundo, de ahí que cierto sector de la juventud empezara agrietarse ante la desilusión de un mal manejo de la ideología revolucionaria por manos “institucionalistas”, justo cuando otros países estaban apenas iniciando su odisea de lucha social. Sin embargo se compartía el entusiasmo de la Revolución cubana y de la puesta en práctica de varios de los postulados comunistas en la desaparecida Unión Soviética. Mucho de este entusiasmo se debía a una marcada repulsión al neocolonialismo yanqui. La guerra de Vietnam, Watergate, la guerra fría, el bloqueo a Cuba, la segregación racial, etc., eran unos de tantos motivos.

Las décadas de 1920-1960, fueron suficientes para que se afianzara una forma particular de tecnocracia que no respondió a muchas de las exigencias populares y, sobre todo, de los intelectuales preparados en el país. Pero eran una minoría; México tenía todo para convertirse en un País de total desarrollo y esta esperanza hacía que la gente aún soportara los nuevos embustes de los poderosos, gubernamentales o no. Recordemos que la dictadura del partido oficial gobernaría 40 años más. De ahí que la matanza de Tlatelolco haya sido desproporcionada por parte del gobierno: esos jóvenes no eran los jóvenes que podían poner a temblar un régimen. Eso era paranoia política y miedo a la opinión internacional  cuyos ojos estaban sobre México virtud de los Juegos Olímpicos.

Realmente el que alguien haya ido a Lecumberri o haya sido objeto de la Guerra Sucia, no nos deja más que perplejos en virtud de lo innecesario de dichas acciones. No existía en el gobierno la capacidad, (que debió venir desde la Secretaría de Educación Pública), de sumar a los jóvenes de ese movimiento, a la generación que gozaba de los privilegios de la Revolución. Es por ello que me pareció , estupidamente, más una moda que otra cosa.

Ante tal indiferencia de mi parte, no resultaba más que en una pose (como la que tantos que hay por ahí se les facilita mostrar a través del discursillo socialista), el hecho de ser de “protesta”. También existe un socialismo mainstream. Mi frivolidad siempre me dijo, en el fondo, que todo ello eran ganas de tener una causa para una rebeldía natural en contra de los ordenes establecidos, que no era más que la proyección o sublimación de la calentura eufórica que da el conocimiento histórico e ideológico, y que, al ser absorbida por jóvenes estudiantes, cultos, sí, pero fuera de toda realidad política, resultaba en un pastiche seudopolítico.

Pero las cosas han cambiado y he comprendido la razón de ser de esa mi parte reaccionaria, y, por ende, creo saber en dónde se haya la esencia del discurso socialista y su pertinencia en el actual mundo postmoderno.

Difícilmente podría abarcar en un ensayo pequeño el por qué me ha causado tanta sorpresa la feliz coincidencia de que se me de esta consciencia político-social en el momento actual que vive mi querido pueblo, sin embargo intentaré abarcar un poco de ello.

1.- La pobreza personal

Resulta que el ámbito del cual provengo, el académico, el intelectual cerrado en su maquinaria nihilista, ha cedido a una realidad que antes no me había tocado vivir: el de la pobreza personal. Así de simple, así de plano. He dejado mi vehículo estacionado en la puerta de mi casa y he tenido que andar a pie puesto que no he tenido ni para el camión. La comida que me he hecho estas últimas semanas ha sido el producto de cocinar los insumos más básicos de una despensa. Antes, cada fin de semana era obligatoria una borrachera o un gasto en cualquier liviandad para sentir que estaba bien viviendo. Nunca he sido un gran dilapidador, pero, en retrospectiva, tiraba más de lo que ganaba y no me redundaba en beneficio espiritual alguno.

2.- El papel de la educación respecto a lo económico

Eso es por un lado, por el otro, mi consciencia de que el dinero que le proporcionaba a mi hijo era y es sumamente poco: setecientos pesos a la quincena, cosa que apenas y da para lo esencial y que, seguramente bajo la rabia de su madre, se están actualmente haciendo gestiones judiciales para que logre aumentar el monto de dicha pensión. Pero será imposible: no tengo dinero. ¿Realmente un niño puede vivir a la quincena con setecientos pesos? Depende: si es un niño pobre, de clase media o alta sociedad. Esta misma situación me ha hecho replantearme el “nivel” (que más bien es un estilo de vida), que la madre de mi hijo le quiere heredar. Me ha parecido que una de las causas por las cuales me separé de esta mujer era por su excesivo materialismo y frivolidad con respecto al dinero: creció con el estigma de que solamente se es alguien poseyendo los bienes materiales que más se pueda. Esto, nunca lo pude comprender hasta hace poco que me percaté que era un lugar común en Latinoamérica, en países subdesarrollados (lo digo sin eufemismos). Otro factor por el cual yo no entendía esa codicia materialista era porque nunca carecí de nada ni fui educado para ambicionar ninguna forma de bien material. Desde luego, esto, también es un error.

Acostumbrado a que mis padres, pertenecientes a una clase emergente que había escalado del nivel más inferior social hasta la posición media alta, solucionaran gran parte de mis problemas económicos, hizo que mi espíritu divagara en las ocupaciones sesudas propias del intelectual sumido en su metafísica religiosa y en el drama del vacío que es la vida. Sobre este punto regresaré después pues, en sí, nunca podré dejar a un lado esa visión de la vida porque me es muy íntima, pero solamente ahora aplicada a una nueva forma de compromiso.

Esta situación no me dejaba buenos antecedentes sobre la forma en la que resultaba necesario educar a mi hijo. Tenía que replantearme mis valores respecto a las situaciones concretas, materiales de la existencia. ¿Qué debería hacer una persona que a lo largo de su historia vital había mostrado un desdén hacia el dinero, producto de su circunstancia, es verdad, pero que era realmente injustificada? No tenía raíces para poder sentirme formar parte de esta tierra, de la vida que te puede robar el alma usando un medio tan vulgar como la gastritis.

Desdeñar el dinero es desdeñar el malestar social de mi prójimo. Este silogismo era el principio que hacia sujetarme al hecho invencible que de no resolver mi situación económica (carezco de trabajo hoy día y me he negado a recibir ayuda de mis padres), no solamente me estaba hundiendo yo sino que estaba legitimando las indignas acciones de unos cuantos poderosos que, suprimidos los recovecos explicativos del sistema del mercado y etc., matan de hambre o insalubridad a inocentes. Pero existen otras formas de darles muerte a los humanos, como por ejemplo, enajenándolos con paliativos o sumiéndolos en la ignorancia, la peor de las esclavitudes humanas.

No apruebo que mi hijo sea abandonado por el egoísmo de una madre que huye de su hogar so pretexto de un trabajo arduo que le retribuye lo necesario para que a éste “no le haga falta nada”. Es ella la que en realidad busca su satisfacción personal a través del logro de una forma de vida que considera trascendente.

Me parece injusto que el niño, encontrándose en una etapa crucial de su existencia, no reciba la atención y cuidado espiritual suficiente de su madre.

Me parece digno de ejemplo ante la sociedad, la situación de mi hijo como la que hoy día viven miles de familias que se han embarcado en una visión de “buena vida” que le proponen los países desarrollados y que se encuentra totalmente fuera de contexto social en nuestro país.

Juzgo inconveniente educar a un niño con la idea de que una felicidad puede ser comprada. Hasta al cansancio se ha dicho esto pero ¿quién realmente se queda con aquello que de dinero le tocó proveniente del producto de un trabajo modesto?, ¿Quién es capaz de dedicarse al verdadero producto de la faena y de la existencia que es la actividad espiritual en un ejercicio dinámico de enseñanza-aprendizaje, dando el mejor ejemplo de vida a sus hijos?


3.- Tocar el fondo del ser

No es de mi total gusto el Derecho, sin embargo he aquí que soy un doctorando. Los estudios que he emprendido en materia de derechos humanos me han llevado de la mano a un viaje de investigación en donde las realidades sociales son la materia prima de una intelectualidad seria y muy apegada a una forma de vida envidiable por auténtica. Sobre todo eso, el ejemplo es lo que me ha impactado.

Lo que antes representaba un ejercicio, casi distracción, de la actividad mental, vino a resultar un ámbito de desarrollo para situarme en una esfera real, vivida, en donde el ser humano ocupa el centro de atención desde una óptica para mí inédita.

Antes había leído a Ferrajoli a propósito del Derecho Penal, pero es cuando en su actual discurso y materia de investigación lo encuentro sumamente interesante y necesario. De igual modo, Habermas había pasado por mis ojos por medio de una lectura que, aunque superficial, era suficiente para darme una idea general de su obra. Pero no sabía las implicaciones que su discurso conllevaba hacia el seno de las democracias en los países hoy aquejados (o sea todos), por el mal de la falta de dirección mundial hacia una política de desarrollo económico conjunto. Si es verdad, y no a manera de esperanto-utopía política, que la teoría de la acción comunicativa sienta las bases para un futuro en donde, entre otras cosas, la desigualdad social sea un objeto claramente identificable en sus presupuestos y consecuencias y, por ende, se le pueda atacar con las políticas suficientes entre todos los países del orbe mundial, entonces hay vislumbres de posibilidad del progreso. Dentro de este mismo contexto se ubica Ferrajoli cuando le toca a su voz expresar el estado ideal al cual deben ser dirigidos los derechos humanos una vez suprimidas las diferencias estatales y establecidos los instrumentos garantes de respeto a las libertades básicas de los individuos, dentro de las cuales están, desde luego, el derecho a trabajar y a recibir un pago justo con las consideraciones pasivas de la seguridad social.

Quien le dota a esta constelación de explicaciones teóricas acerca de la realidad social, una impronta aún más cercana a los hechos sociales de una forma inesperada, ha sido el nobel de economía Amartya Sen. Dueño de una comprensión casi total de los fenómenos económicos y sociales del mundo, se ha atrevido a ensanchar la visión del economista situándolo dentro de una perspectiva humanista, sin que esta sea gratuita. Sí: su visión altruista no surge de un capricho del corazón sino del desarrollo de sus investigaciones en donde descubre la conveniencia de plantear un nuevo criterio de juicio para medir el desarrollo tanto de los individuos como de los países. ¿Cuál es esta forma de medición del bienestar de un país?: El grado de libertad de sus ciudadanos.

La verdad no hace libre, la verdad esclaviza porque es de corte dogmático. El único elemento de conocimiento valido es el de la aportación de un instrumento de sentido crítico. Una verdad que no logra destruirse a sí misma y replantearse una nueva realidad, no vale la pena ser llamada tal. En mi perspectiva, la libertad individual solamente se da en un espacio de participación en donde el diálogo, construcción de la verdad, es la clara muestra de civilidad, democracia y madurez espiritual de un pueblo. En esto estoy de acuerdo al enfoque constructivista de la educación (Pero, dicho sea de paso, sólo hasta allá).

Forzosamente para sortear el peligro de la intransigencia dogmática, de la caída en el Weltanschauung, el ser humano debe abrirse y romper con su esquema de intimidad intocable. Y de hecho, es imposible que el fuego de una certeza del espíritu no rompa la barrera del silencio y de la desolación: hasta los nihilistas más fervientes han terminado por publicar libros que forzosamente los llevan a abrir su soledad hacia la humanidad entera.

En estos temas y de manera tangencial en otros del mismo corte, he encontrado mi nuevo esquema de trabajo justo ahora que un subsidio gubernamental para finalizar mis estudios de posgrado me ha sido felizmente concedido. Lo primero que me viene a la mente es el hecho de que ese dinero proviene de un fondo público y que no puede ser usado de manera no académica sin caer en un evidente acto de inmoralidad. La oportunidad de ser un investigador que redunde en beneficios para el país me llena de entusiasmo, y justifica en gran parte el porqué de la feliz coincidencia de la que hablaba al inicio de este ensayo.

Es claro el porqué del despertar de mi consciencia social. Sin embargo equilibro esta nueva perspectiva de vida en el hecho irrefutable de que en ello sólo está parte de  la solución a los problemas de esclavitud de los hombres.


4.- Cambio de espíritu

Porque estoy convencido de la realidad del sinsentido de la vida, la ausencia estremecedora aunque benéfica de una forma de responsabilidad cósmica, es que puedo afirmar con sinceridad, la necesaria lucha que el hombre debe librar contra ese sinsentido. La lucha es necesariamente personal. No se me mal entienda: la consciencia social no es sino producto de un compromiso consigo mismo y de su efectivo cumplimiento. No es cosa de sentimientos, aunque tienen un valor especial en la toma de decisiones éticas, sino de un cálculo en respuesta a nuestras condiciones como seres humanos. Ortega y Gasset, señalaba que el hombre no se salva si no salva su circunstancia. Lo que dicho de otro modo quiere decir que no puede salvarse. Pero eso no quiere decir que estemos condenados al estatismo ni al anquilosamiento. No existiendo fundamento al cual asirse, toca a la fuerza humana crear su propia raíz y cimiento. Parafraseando a Camus diremos que la lucha proviene de la consciencia de la fatal derrota. Cobra una vida dignidad en la medida en la que se resiste a su destino. ¿Cosa irracional? No: es la razón la que nos dice que el universo es irracional y que solamente puede existir una realidad en la medida en la que el hombre proyecte sus llamas otorgándole sentido a las cosas, como nos enseñó Nietzsche.

Porque me causa agravio la estupidez humana, su ignorancia, su insensibilidad. Esta juventud terriblemente, estremecedoramente vacía, no puede siquiera sondear el hecho inquebrantable de la fatalidad de la muerte. Es rídiculo pretender salvar al hombre: no hay nada que salvarle, él mismo es el error magno del universo. Su presencia niega toda forma de belleza y de bondad, de justicia y de poder. Humillado, a penas y es visible ante sus enormes químeras que ha levantado so pretexto de una grandeza que nunca llega.


El arte de Samuel Becket, como otrora lo fue de Kafka, es hacernos ver que en la realidad nunca pasa nada. Que el tiempo es una sustancia sin peso, ingrávida, y que solamente la epilepsia de nuestra sed de sabiduría, de ese fruto prohíbido del árbol del Edén, nos hace formar parte de ese desfile de absolutos que es la historia. Todos somos cristos salvadores, buscamos díscipulos por todos lados; tenemos sed de redención, de hacer historia. La revolución, lo reaccionario, la reducción de los aconteceres del hombre a una sordida lucha de clases, o a la visión facilona de indentificar a un enemigo que hay que destruir me reporta náuseas, asco y la consciencia necesaria para huir de esa orgia de locos que es la política y los compromisos sociales.


Porque yo sé eso y mucho más es que estoy autorizado a decir que puedo luchar, y que puedo hacer que otros empiecen a luchar. Nada me puede desalentar porque para mí la vida ya es de entrada una derrota. No podemos perder porque por el simple hecho de haber nacido somos unos grandísimos perdedores.


La lucha apenas inicia, pues la realidad, aplastante, fatal, es el espacio, la página en blanco en donde nos toca escribir la memoria que los que vienen han de tener de nosotros.



Carnet de identificación en la resistencia francesa de Simone Weil, máxima exponente del misticismo cristiano-socialista de nuestro tiempo.