“Un método peligroso” es el
18° largometraje del infatigable director canadiense de cine independiente
David Cronenberg (Madame Butterfly, 1993; La mosca, 1986; Spider, 2002), en
donde nos pone en nueva perspectiva de su siempre obsesiva convulsa pasión por
la enfermedad y las enajenaciones chocarreras, dejándonos con las preguntas
necesarias y un buen sabor de boca, en general.
¿Pa compensar algunos complejos?
Su filmografía reciente
volcada ya sobre los pedos subjetivos de los alienados seres humanos, aquejados
de yoísmo, yoedad, yoilatría, yoyoyo y sed de otredad (así a lo puro erótico
lacaniano), sin embargo, no es en esencia distinta de las carnicerías
primigenias que lo emparentaban peligrosamente con nuestro no muy Guillermo del
Toro y sus fijaciones, manías, parafilias fantásticas carpenterianas-cravianas,
pues, al fin y al cabo ¿qué es una mujer histérica sino un abismo inescrutable
de luz oscura, una sed monstruosa de tan fascinante, capaz de devorar nuestra
propia hambre de conocimiento? La respuesta es el misterio: nos atrae esa
incomprensión por lo desconocido, por lo que entre deja ver una luz racional en
medio del caos de traumas, autovejaciones, taras, y otros lirismos peliagudos
de lindura sospechosa. En suma: no es más que la representación sensible de un
mundo que nos seduce y perturba.
-¿Por atrás doctor? -ejem, sí, para que no te dé pena.
Pero he aquí algo diferente
al abordamiento psicoanalítico doctor-paciente, pues coquetea peligrosamente
con las “transferencias” románticas a lo El Principe de las Mareas (Streisand,
1991), y se aleja de las disecciones sesudas a lo Persona (Bergman, 1966), o de
la exploración psíquica catártica a lo 8 mujeres y ½ (Greenaway,1999), o de ya
ni digamos la misma historia contada con mayor profundidad a través de los ojos
del cineasta italiano Roberto Faenza (Il caso dell’ infedele Klara, 2009; Alla
luce del sole, 2005) Prendimi L’anima[1] (2002), con las cuales,
sin embargo, tiene algo de deudora.
Y la Esfinge le preguntó a Edipo...¿Qué es un joven médico judío que adivina el pasado y que no puede ver sangre? Y Freud se contestó: Yo.
“Un método peligroso” cuenta
la historia complicada entre Sabina Spielrein (Keira Nightley), enferma mental
diagnosticada de neurosis, y Carl Gustav Jung (Michael Fassbender), discípulo
heterodoxo del apenas floreciente , Sigmund Freud (Viggo Mortensen). Después de
una entreverada catarsis en la clínica Burghölzli, el Hospital Psiquiátrico de
la Universidad de Zurich (impecablemente bien reproducido), finalmente, claro,
el joven psicoanalista creador de los arquetipos del inconsciente colectivo,
tiene que ponerle el cuerno (“Beber agua del oasis”, diría el libertino paciente
maldito de Jung, Otto Gross, interpretado por el omnipresente franchute de
mierda Vicent Cassel –imperdonable que sea esposo de aquel cuerazo italiano…si
sabrán de qué hablo…) a su casta y multimillonaria mujer Emma Jung (Sarah
Gadon) con la susodicha paciente que, además, resulta en crucial influencia
para el psicoanálisis pues ella misma termina siendo una gran terapeuta.
Para variar, Cassel haciéndola de sátiro empedernido (maldito franchute como si no tuviese con Mónica Belluci suficiente).
La historia resulta de la
adaptación de una obra de teatro: “La cura hablada” (The Talking Cure), de
Christopher Hampton (quien también es el guionista de la peli), quien a su vez
tomó datos clave del libro de John Kerr, “A Most Dangerous Method” (Un método
muy peligroso, 1994), en donde se exponen las connotaciones misteriosas y
escabrosas de la transferencia freudiana. A su vez, se explora la amistad entre
dos genios que luchan por lograr coherencia moral entre sus teorías científicas
y su vida práctica, leit motiv propicio de las mentes creadoras postmodernas
(los primeros a decir verdad).
¿Qué "pansexualismo" no significa que por todos lados hay sexo?...por aquí deben andar las pornos.
La película aunque
aparentemente en lo formal es no usual en Cronenberg, está resuelta con
estricto apego a los canones del cine histórico, tanto en diseño de producción
como en la investigación de todos los datos rigurosamente históricos de lo
acontecido en los años 1900 a 1930, hasta el retrato vivo de la burguesía
vienesa, la difícil situación del intelectual judío y de las mujeres de
educación victoriana, y de la amistad entreverada de los dos genios
del psicoanálisis, que pasaran de la relación padre-hijo, maestro-discipulo, a la del frío silencio receloso. [2].
En suma, la película está muy recomendable para los interesados en la historia del psicoanálisis, o parte de ella, pero los especialistas en el tema no quieran ver más allá pues no habrá más que divulgación de los contornos generales de la famosa teoría freudiana.
En suma, la película está muy recomendable para los interesados en la historia del psicoanálisis, o parte de ella, pero los especialistas en el tema no quieran ver más allá pues no habrá más que divulgación de los contornos generales de la famosa teoría freudiana.
Delen like, no sean culeys. Gracias.
FIN