miércoles, 14 de diciembre de 2011

RFLEXIÓN ENTORNO A LA ÉTICA DEL HOMBRE GENIAL


EL VIAJERO, CASPAR DAVID FRIEDRICH 1818

1.- Dos pruebas

Soñamos con un día tener la Presencia. La grandeza moral y espiritual que más pueda alcanzar un hombre. Pero, empecemos por esto: ¿existe tal antes que ser deseable? Sin ningún lugar a dudas. La historia da cuenta de grandes hombres, viles, mediocres y tiranos. Podemos juzgar al hombre común a partir de su ausencia en la historia. No forma parte más que de la masa anónima guiada por los hombres verdaderos.

Esa es una prueba. Otra sería la imposibilidad de soportar a la vida de no contar con las grandes creaciones humanas. Desde la religión hasta la política, todo producto espiritual es el resultado de  la labor de unos cuanto elegidos.

A mí no me hacen falta más pruebas. Lo siento en la poesía, en la música, en las magnas obras visuales. Siento vibrar una chispa diminuta de infinitud. Con eso me basta.

Es un buen comienzo. En un mundo donde tal pareciera que la pluralidad gobierna otorgándole a cada ser un estatuto de su propio legista, suena extraño suponer una sola estatura moral, una medida única de grandeza. Me parece claro que la igualdad y los respetos, las tolerancias actuales, sólo sirven para paliar las debilidades del vulgo.

¿Existe una superioridad entre los hombres? Sí: de otra forma no se entendería el porqué de las grandes perdidas. No me parece cierto que a la muerte de un hombre cualquiera, la humanidad se sienta disminuida. Más de una vez hemos preferido históricamente la muerte de uno en lugar de otro. Hay seres miserables, infrahumanos, desprovistos de cualquier talante de beneficio al mundo. Los grandes persecutores, los déspotas, los asesinos  y violadores, todos ellos, escoria humana, no pueden ser equiparables a la grandeza de un pequeño niño inocente.

¿Más pruebas de la superioridad entre los hombres? A mí por lo menos no me hace falta. Está claro que hay seres superiores, y que entre cada uno puede haber miles de años de evolución.

Una cosa distinta es tenerles un mínimo de respeto. Sin duda, como a cualquier otro elemento de la realidad toda se la pudiésemos tener. Al tratarse de un derecho, no obra el privilegio y todos son tratados de la misma forma. Pero la definición ética sobrepasa ese plano vital para situarse en alturas en las que resulta impertinente voltear la mirada al usual de los hombres, a los derechos comunes.

2.- Esfuerzo y fruto: plenitud del genio

Eso es respecto a la certidumbre de si existen o no tales hombres de ingenio. Respecto a su posibilidad, habría que analizar de cómo “se llega a ser quien es”.

Existe una moral aristocrática natural. Por esto entiendo que la distribución entre los hombres de dones, talentos, capacidades, nunca es proporcional. La naturaleza es ajena a nuestras nociones de justicia. No es una contradicción el que haya sujetos más aptos que otros con el hecho de que a todos se les exija por igual; en realidad, al dotado se le exige mucho más. Otros hay que no van a pasar de cierto nivel sopena de sufrir un gran esfuerzo que los podría colapsar. Sin embargo, si esto es posible, el hombre talentoso debe inclinarse a esta obsesión por el perfeccionamiento. Luego, como se notará, a ambos se les exige el mismo esfuerzo, pero distintos alcances.

Se dice que el genio se empeña en su límite; una vez circunscrito, arremete con todas sus fuerzas sobre ese campo. Podría ser, pero también existen almas capaces de abismarse. No tengo en mente a este tipo de genio, sino más bien al genio ético, el que lucha dentro de sus capacidades, aquel quien de manera humilde ha reconocido sus limitaciones.

Este es el comienzo de una gesta heroica. A algunos les toma mucho tiempo de maduración, a otros, precoces y fervientes, les está reservado al final de sus días la nostalgia de su pasado glorioso. Porque, la juventud es la más gloriosa de las verdades de éxito.  Pero la historia nos enseña que los más no fueron lo que llegaron a ser sino en la edad madura. Madurar es el término que se le aplica a esta labor de convencimiento hacia sí mismo, este debate a muerte que yace en el hombre genial.

Suponemos no hay nada más amargo que morir con la consciencia de insatisfacción de la vida que se deja atrás.

Unos morirán infelices, conscientes de que su vida pasó con la mediocridad de las almas vulgares. Habiendo nacido noble, no tendría peor castigo que haber vivido en la oscuridad, en el ocultamiento de sus talentos, perdido entre la masa de fantasmas que son los demás hombres. Queremos creer que quizás en el último momento tenga una explosión de creatividad absoluta, de desesperada redención. Liberado de su sentimiento de inutilidad de la vida, de victoria del sepulcro, entrevea que no es del todo malo querer guardar un buen recuerdo de sí en la memoria de los hombres.

La tardanza de algunos genios se debe a dos tesis encontradas que yacen en su interior: el sinsentido de todo cuanto se hace, y la verdad absoluta de la conmoción de vivir. Grotesca y bizarra, estremecedora y brutal, sublime y bestial…La belleza auténtica del mundo solamente a él se le está reservada. En nadie más puede delegar sus misiones, aunque éstas sean inútiles. Y esto último quizás sea su secreto para no vanagloriarse a la vez que una cruz que vuelve virtuosa su labor.

3.- La soledad: primera condición de vida del genio

La soledad, el camino solitario. No hay condición distinta a esto. Podemos afianzar nuestras horas en uno que otro hombro fuerte, pero los dolores auténticos del elegido nadie los conoce. Supremos esfuerzos quizás, no lo sabemos. Lo cierto es que la terrible belleza de su fuerza se haya en haber logrado sus triunfos en la sombra de la soledad, en donde no es posible el fingimiento ni las conveniencias políticas. El hombre de estatura moral elevada no conoce la indiscreción, el aspaviento: increíblemente pudoroso, posee un universo rico en consciencia, en verdad y en virtudes.

Otra cosa es que esos trabajos tengan repercusiones políticas, exteriores pues. Es normal, no se puede evitar. Lo tramado en secreto tarde o temprano salta a la vista: él mismo no puede ocultarse, irradia la luz que se forjó en las oscuridades insondables de una misión personal y secreta.

Estar solo es reconocer que así se está siempre, es desembarazarse de la engañifa de la no-soledad. La soledad no solamente es una condición necesaria para el genio sino para el desarrollo de cualquier forma de personalidad verdadera. Ciertamente que actuamos movidos por el medio, influidos por otros hombres: por repulsión o simpatía; pero estas no nacen si no hay en nosotros una inclinación natural hacia uno u otro.

Las consecuencias de la gran capacidad de absorber conocimientos, es la entrada en la vorágine de pensamientos sin fin. Un genio auténtico pone freno a esto a través de la personalidad propia, él solo, sin ayuda de nadie: es su oposición a las fuerzas exteriores. Natural es definir como contrario a la moral del rebaño, la moral del hombre solitario que tiene por miras una estatura que los demás hombres, ciegos de comunión con otros hombres, no pueden apreciar y, por ello, comprender.

Esta condición del desarrollo del genio es equiparable a la dignidad de algunas doctrinas morales que merecieron o que merecen nunca ser objeto de éxito, de prestigio, de adopción por parte de la gran masa de hombres. Una ética pública es sospechosa, así como el triunfo histórico de cualquier religión. Tengo en mente al estoicismo frente al cristianismo, al budismo frente al hinduismo. Ya sea Zenón o Séneca, Marco Aurelio o Epicteto, fue mil veces preferible la muerte histórica de doctrina tan fina a verla perecer en manos de la turba que, sin lugar a dudas, terminaría deformándola y viciándola. En cuanto al budismo, esperemos que deje de tener adeptos y que aún muy pocos logren penetrar el silencio inaccesible de la vacuidad.

4.- La disciplina: segunda condición del genio

Se puede ser lírico y desgarbado, espontáneo y natural, más, el hombre elevado no sabe hacer las cosas sino mediando lucidez y ejercicio. Otra cosa es talento dilapidado, y también: necesario es ser una vez romántico para ahora ya crecido ser un clásico. Ya habíamos hablado del esfuerzo. El esfuerzo no tiene sentido sin orden y régimen severo. El hombre verdadero sabe que su campo de acción es el tiempo, que no existe orden sino mediando una distribución equitativa entre todos los ordenes que componen su ser. Desde el alimento hasta el techo en el que mora, su vida personal hasta la pulcritud de sus ropas, todo ello merece especial atención y ecuanimidad.

Parecería cosa fatua el que los soliloquios de Marco Aurelio empiecen con consejos sobre la alimentación. Como se dice de Ceronetti a propósito de los regímenes dietéticos: más que las declaraciones profesionales, la dieta de un hombre habla mucho de quien es.  Esto es un ejemplo. Así la vida toda.

En más de una ocasión hemos visto levantar el vuelo a los hombres talentosos en el momento en el que deciden poner orden a su casa y a sus horarios. Sin concesiones, se debe seguir al pie de la letra los itinerarios, la hora de los ejercicios, la producción de la obra: en el momento en el que la naturaleza viciosa del hombre centrada en el placer del instante quiera enseñorearse de nosotros, hemos de recordar que vale más hacer las cosas aunque no entendamos mucho porqué; es decir, aunque olvidemos nuestro compromiso con nosotros mismos.

Incluso, es pertinente señalar que dentro del control del hombre maduro y entregado a su causa, entra el control de la pasión, de la obsesión, de la fiebre por hacer y reproducirse espiritualmente. Sirve esta forma de descontrol en determinado punto…más allá, en el exceso, solamente hay caos y destrucción. Ejemplos de estos abundan.

5.- Tercera condición del genio: la modesta arrogancia

El juicio, en el sentido de detenimiento de la cabalgata nihilista en aras de la función vital, es el elemento sine qua non del quehacer del ser creativo. Es imposible hacer lo que sea sin mediar este aspecto fundamental.

Esta seguridad, una afirmación de la personalidad, trae como consecuencia la antipatía de quienes no tienen nada que proyectar, de quienes, cuya vida gris, no sabrían reconocer en los otros la grandeza que no poseen.

No hay duda de que la arrogancia y la modestia provienen de los contrastes entre las vidas de hombres disímiles. O no se ha entendido bien cuál es la labor de uno, o, habiéndola entendido no se le da el lugar que le corresponde. El primero quién se otorga este lugar es el hombre. Si esto no es así, no se trata más que de un ingenuo que no ha sabido ser lucido respecto a sí mismo. Distinta cosa fuera el mundo si todos estuviésemos en el lugar que nos corresponde, asumiendo nuestros destinos.

Honda impresión y risa causa el Ecce Homo de Nietzsche cuando asevera sus ya famosas frases: “¿Por qué soy tan sabio?, ¿Por qué escribo libros tan buenos?, ¿Porqué soy un destino?” Etc.,…La idea era confrontar la moral callada del hombre ausente que no tiene nada de lo que admirarse. A consciencia, cumple su labor pedagógica: ilustrar que nadie se afirma si no tiene razones para ello, y que esto el público mediocre lo ve como insoportable petulancia.

Pero aquí no se habla del fatuo que cree saberlo todo y soportarlo todo. Estos “bárbaros”, como le llamaría un pensador español, especialistas en una porciúncula del saber que poca injerencia tiene en otros quehaceres, no se compara con el alma universal, humanista si se quiere, que domina ámbitos vitales y que toda la fuerza de su obra descansa sobre la plataforma de un conocimiento basto de la historia, de las artes, de la religión y de la cultura en general.

La pregunta es: ¿Cómo no actuar con la autoconsciencia de superioridad frente a los demás que difícilmente pueden abismarse a su corto espectro visual? Negar esto sería ridículo a más de deshonesto. Sin género de duda esta dignidad proviene de la responsabilidad y de la paciencia de tener que soportar a un mundo miserable y corrompido… En suma: vulgar. Se entenderá entonces que dicha arrogancia provenga de la necesidad de ser el tutor de la humanidad.

Sin embargo esta arrogancia es de una especial cualidad: no se manifiesta más que a ratos, en el momento oportuno. Desde luego que en cada acción que realiza el hombre genial se deja sentir la vibración de una superioridad consciente.
6.- Apuntes finales
Así de esta forma existen los grandes hombres. No hay duda, no existe fundamento moral, metafísica de la conducta ética que no sea la simple y llanamente esbozada. Tratar de profundizar en eso es estéril además de ridículo: expone en quien lo pretende una insuficiencia total de comprensión del quid.
Podemos ampliar hasta la madrugada, pero nos apremia laborar en nuestros asuntos. Otra cosa es cometer el crimen de desperdiciarnos.



 

jueves, 8 de diciembre de 2011

PROPAGANDA Y ENSEÑANZA



El hecho que haya pasado por religión perseguida no debería hacernos olvidar que el cristianismo adquirió estatura de poder absoluto gracias a las vicisitudes políticas de una Roma corrompida y macerada.


Se trató de un hecho de comensalismo: El Estado decadente se nutrió de una forma monolítica de poder expresada en un dogma universal y absoluto; la nueva religión se propagó gracias a los canales administrativos que todavía sostenían la existencia de un Estado nacional. Esta asociación definió una vez y para siempre la forma de ser de las organizaciones sociales en occidente. En realidad, el poder político y espiritual siempre se ha servido el uno del otro. No puede ser de otra manera: ¿quién se atrevería a negar la carga de responsabilidad política que implica ser un iluminado? El padre de Buda Shakyamuni temía que su hijo dejase de ser un líder político a cambio de un gran hombre santo. No sabía que son la misma cosa: basta para ver la historia para corroborar el hecho. Y la decepción de Judas Iscariote es infundada. Ningún líder político verdadero lo es sin misticismo.


Después del Concilio de Nicea y tras la caída del imperio romano de occidente, la diáspora de la aristocracia romana por toda Europa, debería de aún quedar sujeta a una forma de imperio: el sacro románico-germánico; es decir, sustraído a la jurisdicción de los barbaros y los cristianos. Todo pequeño reyezuelo feudal no podía menos que besar la cruz y someterse a la suprema omnisciencia del evangelio; es decir, a la Iglesia, al todavía existente monarca romano.


Siempre me pareció sospechoso el nivel de propaganda política que poseía el cristianismo en sus orígenes. Ningún cristiano medianamente instruido se le puede ocurrir el día de hoy negar los grandes beneficios que le procuraron a la nueva religión los gestos extrovertidos de un Constantino. Y es que la política poco tiene de espiritual como mucho de poderoso: o perece en manos de sus adversarios o se impone mediante el edicto de la violencia. ¿Qué otra cosa es oficializar una doctrina religiosa sino elevar a sus sectarios al régimen de policía del Estado? Por provocación, San Gregorio o Tertuliano, debieron haber conocido la suma verdad de tener que hacer violencia a sus almas perdidas por medio de su buena nueva como recurso necesario. A San Agustín le parecía un milagro la expansión instantánea del cristianismo; a nosotros nos parece que el cristianismo siempre tuvo el estatuto de pandemia: fue un movimiento religioso que creció bajo los auspicios de una sociedad decadente y una nueva época de expansionismo político.


Dos cosas ayudaron de gran manera a propagar la doctrina del apóstol Pablo: la redirección del desprecio hacia la paganidad perdida, ahora redimida, hacia sí misma, y, la disolución de los estatutos políticos de los ciudadanos romanos. El ciudadano romano era el centro de los mayores vituperios de la doctrina, si aquél, por un desliz como por una presión política, cedía a los beneficios de la conversión, no tenían más remedio que atacarse a sí mismos. Se entiende ahora la causa del reguero de pólvora, de la saña paulina: no se atacaba a todo, sino solamente a las defensas, motivos de orgullo de la paganidad: la estatura moral que antaño gobernó, la de una corpulencia forjada al calor de los dioses terrenos. Lo cuantitativo y lo cualitativo de un sólo plumazo. La fecundidad espiritual de la antigüedad estaba muy cansada para hacerle frente a la turba. Los espíritus antiguos tenían el derecho a la libertad de ser indiferentes, de perecer en manos de su propia dignidad aristócrata. No se cumplía en una nueva forma más que el fanatismo que siempre ha dominado la sangre del hombre desde un principio sin fin. Los estoicos y los epicúreos lo sabían: la responsable de las decadencias, de la caída de los imperios no son las invasiones, sino las conquistas espirituales. El verdadero enemigo nunca fue Alarico o sus vándalos, sino un puñado de fariseos resentidos. En efecto: la idolatría es instintiva y el cristianismo no iba a ser la excepción. Finalmente éste, pretendiendo ser una reforma del espíritu, terminó siendo un cambio político en el que se infiltraron las bases para un nuevo Estado en el que la división clero-Iglesia sería la piedra de toque de un oscurantismo anticristiano.Una vez elevado a rango de constitución política, el evangelio se convertiría en una forma de propaganda nacional, de nacionalsocialismo imperialista.


Todo lo contrario cuando es el espíritu el que busca una solución a su sed de paz y de medicamento. Si andando el tiempo se topa con un folleto “espiritual”, sin duda le será de gran provecho. ¿Qué clase de doctrina que pretende ser la gran solución a los más íntimos de nuestros abismos puede ser resumida en unas pocas líneas de palabras vacías? Las letras son dunas estériles que sólo el alma atribulada les puede imprimir fertilidad. Más… ¿qué esperar de una forma de sanación que ignora por completo la trascendencia de la sabiduría por encima de la Fe y de la Esperanza? Puede decir lo que sea a condición de preservar las notas no pocas del chantajismo emocional y de las condiciones que nos impulsan a abrazar una fe ciega. Amor, fe, esperanza, las tres virtudes teologales del cristianismo nos dicen todo sobre ella. Todas ellas formas carentes de sentido, impregnadas de irracionalidad.


Los grandes males del cristianismo hay que encontrarlos en la bilis de San Pablo. Demasiados enojos nos hacen verlo como un cristiano de sospechosa cepa. Atropellar al interlocutor es un signo de suprema incapacidad para las profundidades espirituales. ¿Quién, sabiendo de la inmensidad basta de una compleja sabiduría divina y estando en una nobleza básica, se inclinaría a tratar con dulzura sus recovecos? No existe otra forma que no sea la difícil para hacerle frente a lo que está más allá de lo humano. El que algo sea imposible no es condición para que no intentemos abordarle. No se le falta al respeto a un objeto de devoción como no sea preocupándose poco por ponerla a prueba. ¿A qué se debe la falta de poder en las palabras de los cristianos al momento de exponer su verdad? A su falta de contenidos. Eso solamente lo otorga la experiencia de una espiritualidad ejercitada en la duda y en el examen, en una dialéctica en el que se permite la libertad de la reinvención, en el que se le da a la verdad la oportunidad de sernos útil.


No tengo ninguna duda en que toda alma insatisfecha no permanece por mucho tiempo en su lugar de martirio. Cansa no estar satisfecho de algo que se supone es la gran cosa, de algo que debería llenar todo nuestro ser y que solamente a medias logra saciarnos. Es decir, a no saciarnos. Un alma espuria prueba que lo es cuando todos los días se rasca la llaga que hace mucho tiempo debió haber cicatrizado. La simulación como forma de perpetuarse en la mediocridad es la que reina en los corazones miopes, cortos de esperanza en ser distintos a ellos mismos. La nobleza no se compra, se hereda. La verdad es aristocrática, por eso no respeta ninguna forma de posición privilegiada, igualdad o nepotismo que los hombres pudiesen oponerle.


Aunque siempre existe un maestro y un discípulo, éste no lo es sino por iniciativa de sí mismo. Le hacemos violencia a un ser el imponerle un medicamento para una enfermedad que no tiene. Porque quien no viene enfermo a la vida no puede saber qué cosa es la vida misma pues sólo al cobijo de un contrario encontramos definición de una esencia. De quien nace inconsciente de su enfermedad no se puede decir realmente que está enfermo: pertenece a una forma de vida que ha alcanzado su máxima prueba, es decir, que se trata de una persona a quien esta vida le resulta más que suficiente. Ellos ya tienen su gloria y su paraíso. Son a estos a los que les está vedado conocer la verdadera sabiduría. Un candidato a sabio prueba serlo a medida de un preguntarse individualmente, reiteradamente, con sistematización febril. Ya en su seno trae la conmoción originaria por la infinitud del universo, el dolor de haber nacido, de vivir, el dolor de tener que morir. Una doctrina que se proclama igual para todos es sospechosa: ¿Qué clase de producto vende que puede ser barateado de esa forma tan genérica? Esta tolerancia y este respeto que tiene la verdadera sabiduría, tiene por contrapunto esta forma de preguntarse hasta no aguantar una noche más sin respuesta; ambas constituyen los elementos que hacen cobrar vida al fenómeno de la iniciación en la sabiduría auténtica.


Bien pudo no haber sido el escenario el que la historia se encargó de montar en donde el cristianismo vino a la vida. Bien pudo haber remado contra corriente, escondido entre la ignorancia de los bajos fondos, entre las catacumbas del horror, o bien pudo ser beneficiado por algún emperador piadoso, lo cierto es que el auténtico hombre capaz de obrar la maravilla de convertirse en un ser bueno, no posee capacidades para que les afecten tales circunstancias. La chispa eterna del llamado espiritual supremo no respeta ninguna forma de tribulación o sosiego.


He dicho “ser bueno”, pura y llanamente. Porque un ser calificado a sí, desde luego que es una disonancia en la compleja armonía que gobierna al universo. No sé si es un hombre, una persona…ha salido de esas categorías. El hombre es esencialmente malo pues sufre. No tengo la mínima duda de eso; puedo dudar de cualquier otra cosa, menos de este punto de partida esencial, constatable día a día por mi reflexión y mis sentidos. Quien no sufre no llega siquiera al estatuto de hombre. No sé qué sea, para los fines reales, no importa: no le hace falta el agua espiritual. La hermandad entre los hombres se me hace constatable solamente por esta certeza: el dolor. El universo fue equitativo en la repartición del mal inminente, de la enfermedad mortal, de la desesperación y de la angustia, del principio de individuación. Este sufrimiento y parálisis, esta esclavitud del espíritu del hombre, me hace sentirme liberado cuando afirmo que una doctrina que se expande por medio de la promoción, del panfleto, difícilmente decidiría la perdida de esclavitud de una mujer y un hombre.


No siento rabia, no siento indiferencia, no niego ni afirmo, solamente veo que el hombre no puede vivir por más tiempo en una forma de esperanza que crea un abismo entre él y los demás hombres. Una doctrina que basa sus postulados en el temor al infierno, al castigo divino, o en el desprecio a lo que considera injusto, no puede merecer más atención que un breve lapso de tiempo mientras probamos su efectividad, el nivel de paz que nos proporciona, su orgía de suplicios y llantos medievales. Después, el tiempo decidirá si su verdad es del tamaño de nuestro corazón.


dc





Puedo aceptar como principio de actuación espiritual y ética en mi vida, la verdad de que cada quien tiene su Dios y su Nirvana. El éxtasis o el Sunyata son distintos, siempre distintos para cada hombre, de no serlo así, no se entendería la insatisfacción espiritual que crean las sectas, las iglesias, las shagas. Existen tantas posiciones doctrinarias como personas hay. Si al final de esta gesta de búsqueda siempre constante hay un solo desenlace, no lo podemos saber. Me inclino a pensar que no: si el dolor es el principio de individuación, entonces la vacuidad será el final irremediable; me inclino a pensar que sí: lo espiritual es solitario y por ende no se centra más que en la perdida absoluta de todo y todos lo demás.


Parece ser lo primero. Si no es así carece de sentido la noción de Dharma.


dc


Me respeto tanto a mí mismo que tengo la tendencia invencible a tolerar mis errores. Al dejarlos ser, me convenzo cada vez más de su pertinencia en el camino de mi aprendizaje. Esto es destruir la consciencia de pasado, a mi juicio. Es decir, a tener predilección por lo histórico como medida de acierto y de error. No existe tal, siempre lo he sabido. De hecho, nada existe salvo la voz que se planta ante el vacío. Y eso es muy discutible.


No existe la verdad sino solamente un pretexto para discutir. Dicen mis oídos.


No niego ni un sólo cabello de mí. Eso es aceptar todo lo que mi consciencia carga. También eso significa saber cuánto puedo llegar a cargar. O en suma: saber que no cargo con nada porque nada puedo cargar. O bien, no se carga más que  nada.


¿Una responsabilidad es una culpa anticipada o periclitada? Nada de eso; una responsabilidad es el costo por un sueño. Es una economía de lo ético. Carecen de signos de pena o éxtasis; casi se trata de un asunto matemático.


He descubierto que soñar despierto causa gozo a mi alma. ¿Será el inicio de un gran dolor? ¿Esta pregunta resulta impertinente? ¿De dónde viene el dolor? ¿De la consciencia o de lo cierto? No puedo evitar preguntarme sobre el destino de mis emociones. Si llegaran a parar a algún lugar ajeno a lo alegre, sin duda podría hacerme mal. Pero solamente podría. Esto sirve, esta sabiduría budista sirve para estar preparado para la decepción, no para evitar soñar. ¿Qué es el hombre sin un sueño? Un idiota.


Estar centrado en el presente no significa no ser presa de las emociones que nos guían a lo humano. Se ha dicho que el budismo no pide la renuncia de la voluntad sino que ésta se dirija a un lugar en el que sus poderes disminuyan. No me parece atinado. Más bien los dirige hacia un lugar en donde sus poderes son tan fuertes que sean capaces de dominarse a sí mismos. Puedo soñar y destruir mi sueño. Puedo adherirme a algo y con la misma soltura dejarlo atrás.


Mucho se ha dicho que esta aptitud se parece a la cualidad que poseen las putas para satisfacer a sus clientes. La mujer, se ha dicho, es una materia sin forma, maleable, que lo mismo ama que olvida, que le parece bueno algo como que al rato ya deja de serlo. Y todo esto es posible por la imposición del marido, del amante. ¿Es el budismo una materia sin forma que se adapta según las necesidades del practicante? Su tolerancia, su desapego, su carencia de dogmatismo e intransigencia, la hacen la más femenina de todas las formas de pensamiento. Por el contrario, tanto si se es revolucionario o reaccionario, necesaria es la necedad, el empecinamiento, la pasión: obra de una virilidad encabronada que lo es, seguramente, por un sobajamiento por parte de alguien considerado inferior. No hace nada nadie en este mundo sino es porque está patrocinado por un sentimiento animal. Esto no requiere mayor prueba, todos los días vemos que las calles se ensangrientan y la gente es despedida de sus trabajos por este afán feroz de lucha.


dc


La resistencia pacífica tiene su análogo en la meditación. Nos oponemos a lo natural cada vez que cesamos al pensamiento y sentimos la pura presencia fugaz de nuestra consciencia. La fuerza del poderoso, su arbitrariedad y despotismo implícito en todo lo gubernamental, se parece en todo a la fuerza de la vorágine de la vida. Se imponen los quehaceres cotidianos, las preocupaciones y las ocupaciones. La huelga es nuestra opción.


Como toda huelga, hay perdidas, daños. ¿Qué tanto estamos dispuestos a sacrificar a nombre de este gran beneficio que es lograr la iluminación?




































jueves, 1 de diciembre de 2011

DHARMA



Arnold Boecklin, Island of the Dead, Third Version.


“Existe un poderoso método del Dharma para llevar la mente al presente. Cada mañana, tan pronto como os despertéis, deberéis pensar de este modo: ‘Cuan afortunado soy de estar vivo todavía, y ser un ser humano en lugar de un perro  o una gallina.  Con este  cuerpo y mente humanos tengo el  poder de comprender mi mente y practicar el Dharma. Esto es algo que los animales no pueden  posiblemente hacer. Así que dedico este día al logro de la iluminación. Con el  fin  de alcanzar  este  objetivo rápidamente  debo  evitar  las  acciones impuras, y emanar una vibración positiva hacia los demás’. El poder de esta dedicación os ayudara a mantener vuestra consciencia y control al  más alto nivel a lo largo del día.”

Lama Yeshe[1]



Es a través del texto anterior como me puedo dar cuenta aún con mayor certeza de que la naturaleza del budismo es total y absolutamente práctica y presente. No teoriza, y si lo hace, le es irrelevante. Es casi como el asunto de Dios: puede parecer que pregona un ateísmo, pero en realidad, simple y sencillamente no habla de ello, no al menos que se trate de algo con referencia a las creencias teístas.

La persona realmente liberada se ocupa de decir cómo hacer para que las cosas salgan lo mejor posible. Aconseja. Por ello se dice que el Dharma está en cualquier cosa por la cual podamos ver la realidad, su naturaleza primordial. Esto quiere decir que no teoriza sino que habla de cosas prácticas y las cosas prácticas se encuentran en las cosas mismas. Los métodos de la meditación, la reflexión y de la dieta, el ejercicio, etc., son temas de vital relevancia para lograr el bienestar de la persona. Y de esto no se habla sin que antes no se hubiese experimentado los frutos de estas acciones.

Los cambios hacia una forma de vida más saludable, solamente se consigue, en primer lugar, tomando consciencia de que no estamos viviendo de manera saludable, óptima. Los hábitos alimenticios deben de estar de acorde a nuestras actividades diarias; es claro que no nos ocuparemos de comer grasas o carne, proteínas, si nuestra labor es de oficina. Para el mejor desempeño en la oficina es necesario comer alimentos con elementos ricos en estímulo intelectual. Las verduras y las frutas cumplen a cabalidad con esto. En la mañana el cereal con fruta es bueno, y a mediodía algo similar en menor cantidad. El almuerzo debe contener carbohidratos, azucares y proteínas porque el trabajo vespertino está más relacionado con acciones físicas. Este alimento debe ser frugal pues el cansancio del trabajo aunado a una digestión de fuerte proceso crea sueño y el sueño vespertino es nocivo pues no permite llegar al descanso nocturno de manera óptima. La cena debe ser suficiente como para no despertar hambriento en la madrugada. Ninguna de estas ingestas de alimentos debe ser evitada, pues de lo contrario nuestro organismo lo resentirá y creará otros problemas que a su vez creara otros.

Si os fijáis con atención, se podrá ver que los hábitos alimenticios marcan la pauta para el resto de nuestras actividades diarias. Esto es comprensible porque es el punto del cual parten las energías que deberemos desarrollar a lo largo de un día. No se piensa, siente y actúa sino es en base a los recursos energéticos con los que contamos: el sueño y la alimentación son dos aspectos vitalísimos en la vida del hombre.

Estar enterados de una dieta que nos acomode, es uno de los mejores consejos que a alguien se le pueda dar. ¿Sufres de insomnio, de cansancio, de estrés, de mal humor? Vigila bien tus hábitos y descubrirás en ellos gran parte de tus problemas.

Otro aspecto importante es percibir que lo único con lo que contamos es el hoy. Me siento bien físicamente, estoy sano, ahora, bien puedo dedicarme a reflexionar sobre la causa de mi tristeza, de mi dolor o de mi irritación. Estar molesto todo el tiempo, indiferente, apesadumbrado, no es más que indicativo de que hay una causa que nos perturba y nos hiere. Es evidente de que el sufrimiento no puede consistir un estado de existencia óptima. Hay que descubrir dónde está el engaño. Le llamo engaño porque todo cuanto pueda producirnos insatisfacción se halla en el futuro o en el pasado. Del presente no se puede decir nada de esto puesto que lo estamos ocupando para quejarnos, pero no para hacer algo al respecto. Cuando se está haciendo algo al respecto, el alma, por lo menos, es incapaz de enjuiciar algo debido a la faena que está desarrollando. Esto podría producir la plenitud de estar cumpliendo, de sentir que uno hace lo correcto. Hacer lo correcto es la mejor forma que puede haber de tener un gozo no pasajero, pues es un estado en el que uno entra o sale, con total independencia de los frutos que produce y de los cuales no hay que aferrarse. Es un estado que adquirimos, y que puede llegar a ser permanente. De nosotros depende eso.

Siendo el futuro y el pasado no más que estados mentales, la concentración, el estar enfocado en lo que se hace, el futuro se construye como irremediablemente pleno. Esto es fácil de observar porqué: Porque el futuro es un presente, un momento en el que llegaremos a estar. Pero aún no es. Lo único que puedo saber es que en base a lo que hago hoy, que disfruto, que me llena de paz, estará edificado el mañana y que, por lo mismo, poseerá la misma calidad de lo que lo sostiene.

Con esta tranquilidad, con la paz que da el saber que todo lo que hago hoy repercutirá en lo del día de mañana, pues me enfoco en el presente. Pero, habría que hacer la siguiente pregunta: ¿Y el pasado? ¿Nos es necesario de igual manera tomarlo como base para lo que hacemos hoy, o simplemente lo hacemos a un lado, lo olvidamos y lo ponemos en un cofre que tiramos al mar? Definitivamente nuestras condiciones actuales tienen por origen lo que hicimos. Pero no es de relieve remontarnos al origen. Un origen ya lo vivimos, ya no está. Quizás sea útil para comprender mejor ciertas cosas, pero es totalmente posible que prescindamos de nuestra memoria y sigamos viviendo completamente de acorde a lo que debamos hacer el día de hoy. Por ejemplo: yo tengo un hijo que el día de hoy quiero mucho y que me causa felicidad ver que es feliz, y que disfruta tanto estar conmigo como yo disfruto estar con él. Sé que se trata de mi hijo porque su madre y yo lo concebimos y que nació como un bebé que tuvimos en nuestros brazos pequeño e indefenso. Sé que tuvimos muchos sábados matutinos de mucho gozo y que a lo largo de esos días él creció y yo crecí como persona al asumir mis deberes como padre. Todo eso ha sido causa de lo que hoy en día pasa entre él y yo. Pero bien eso pudo no haber sido, pudo ser que haya sido un sueño largo o que nuestra mente distorsionó el recuerdo. Puede que nunca me haya casado con su madre y que yo nunca me hubiese enterado de la existencia de mi hijo. Pero lo que hago el día de hoy, está en función de que entre él y yo media una relación en la que debo buscar la cercanía, tenerlo presente y ocuparme de cosas que están relacionadas con él. Por ejemplo, él ahora no está conmigo pero escribo de él, y sé que eso me trae satisfacción presente. No hay más, eso es todo lo que puedo hacer ahora, por tanto, no trataré de ocuparme en lo imposible tal y como sería el saber cómo está ahora, si le habrá pasado algo malo o bueno, etc. Si tuviésemos siempre ese tipo de preocupaciones nuestras vidas serían una locura.

Pues hay gente que vive en esa locura. No se concentra, cae en una espiral de pensamientos, de proyecciones, de recuerdos, de cosas que no tiene enfrente de sí y que son sacrificados. Si el pasado y el futuro no existen, y el hombre persiste en ese engaño, el engaño de estar en ellos, pues quiere decir que no está en ninguna parte, que está ausente. Estar ausente de la vida es lo peor que le puede ocurrir a los seres humanos. Significa que no están vivos, que están muertos porque están incapacitados para tratar con la realidad, es decir, esto que se tiene enfrente.

He aquí algo sumamente difícil, duro de realizar, una acción que constituye una proeza de realizar y que quienes lo han logrado, por lo menos momentáneamente, saben la paz que trae: frenar los pensamientos.

En mi caso, me es una labor espectacular, necesito ponerme una armadura dura y ligera, salir a combate. Puedo perder la lid, puedo salir lesionado pues en mi intento puedo descubrir que me es muy difícil y por lo tanto abandonarlo. La derrota consiste en no seguir luchando.

Haciendo gala del despliegue de mis capacidades, es como puedo llegar a domar mi pensamiento, ponerle fin a su gobierno, a su tiranía. Uno de los aspectos de la ilusión del yo, consiste también en no valorar nuestros talentos, en ridiculizarnos a nosotros mismos. Tanto como la arrogancia, la vanidad, la sensación de ser superiores, es una ilusión, así de esa forma el sentirnos miserables, poca cosa, cumple con la noción de engaño del ser. Recordemos: la verdadera humildad surge no de sentirse menos, sino de no valorarse, de suspender el juicio, de estar más allá de la calificación del ego. Teniendo esto en cuenta, nos será más sencillo tratar de poner la mente en blanco, suprimir al tiempo y al espacio, dejar que el vacío se manifieste, pues nunca nos calificamos tanto en victorias como en derrotas, en capacidades e incapacidades para poder lograr ello.











[1] Karma y Vacuidad [en el Instituto Nagarjuna, Ibiza, España, 1978] Tomado de “ESENCIA DE SABIDURÍA, Recopilación de textos de Dharma” Traducción del inglés por: Josep Ferrer ltabkie@kaos.es Los días 10,11,12 y 13 de julio de 1999 en Blanes (Girona).


martes, 22 de noviembre de 2011

SANDALIAS DE MERCURIO


FOTO TOMADA DE: http://www.google.com.mx/imgres?q=budismo+zen&um=1&hl=es&sa=N&biw=1366&bih=683&tbm=isch&tbnid=tLEEwEzNRUe4-M:&imgrefurl=http://yogaymedicinaoriental.blogspot.com/2008_08_01_archive.html&docid=nVZf5tbAnnyLDM&imgurl=https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaAHEl0Q1ndu1OMX4HaGsCbhobA3QJ5dUAb_IRzCD6usHFkPZrkJLqriUZwylZDaQmz_TndhcigvMGysJP8vmSNP8EesiHaQvviLtH2ovWzjnPZfNV6RcdB_e00fka4x3dwcSxwlgFMy9P/s400/399175102_7d6eb7ae66.jpg&w=400&h=300&ei=xgrMTqmTGK6hsQKluozADg&zoom=1&iact=hc&vpx=559&vpy=373&dur=48&hovh=194&hovw=259&tx=113&ty=92&sig=114038092006538952485&page=11&tbnh=140&tbnw=185&start=212&ndsp=23&ved=1t:429,r:18,s:212


Salgo a caminar como cuando salgo al cuerpo,

a la desolación de mis extensiones,

a ese páramo en donde la muerte alza fogatas

y el sabor de otras pieles sudan el sofisma que es la carne.



Mis pies, ruedas sin eje, siembran de surcos el extravío,

trazan la geografía en la que los caminos se pierden altivos de distancia.

Lo lejos, lo cerca, las múltiples divisiones que conforman al espacio,

son las olas en donde puedo arrastrar mis tristezas

rasparlas y desangrarlas, ahogarlas como un recuerdo, dejándolas sin imagen.



Lo que fui es un puñado de tierra árida que se disuelve en la ventisca.

Soy un montículo de días encumbrado en las montañas de Coahuila,

soy piedra frágil a la que desdibuja la tormenta

y que, ya astillas infinitas, me usa de puñal para darle muerte a otras piedras.



Toco mi cuerpo como toco al día, al camino de mi polvo.

Soy mi propia vía en donde la ruta de las eras ha diluido su caudal.

De la mano vamos el universo y yo, yo y el universo.

Hemos clausurado el camino, cortado el herraje de nuestras alpargatas

que emancipadas de espacio, vuelan como sandalias de Mercurio.

jueves, 17 de noviembre de 2011

PUEDO HACERTE HABLAR





Veo al mundo y estallo de mí, me colmo de mí, de nada, incluido el todo.

Millones de niños, millones de galaxias, un microscopio solar son mis manos, resguardo lo infinito.

Tu pelo es una parvada con alas de hojarasca

y tu sonrisa un jeroglífico esculpido en el desierto de tu rostro.

Y al decirlo toda tu belleza me pertenece.

Soy poderoso, puedo crear y destruir: río reptil que camina entre la verde espesura del monte,

agua marchita ante el fuego ya ceniza, que nombra a la ceniza abandono, al abandono silencio.

¿Habéis visto el poderío que traigo?

Puedo hacerme salir del cuarto contiguo,

aún y cuando yo estoy aquí,

puedo romper el sueño con mi crujido de rama.

Puedo penetrar tus ojos, hacerlos declinar, sorberles el paisaje,

hacerlos llover sobre la desolación de mis palabras.

Puedo cortarte el sueño, drenar las horas estancadas en el reloj,

llenar de ecos las bocas apagadas.

Puedo escribir la página de tus ojos con la sangre del silencio,

puedo imaginar que puedo,

y puedo hacer que imagines que puedo.



Puedo hacerte hablar y guardar silencio:














ESTÁS EN MIS OJOS




Estás en mis ojos, presa de luz y de insomnio, libre de mi mano.


Me estorba el espacio, me enredo entre caminos, tropiezo con los charcos,


y veo que te vas entre el follaje de las cosas mundanas.


Aprieto mi puño, resuelvo tu nombre, y te has ido como se va una hormiga a su hormiguero.





Pinto árboles como te pinto,


los pinto pensando en tus senos, en tus piernas, en tus caderas, en tu orquídea.


La hierba está mojada.


El pájaro canta y el cielo también: de su boca sale un pájaro.


Las flores están solas, como tú estás sola, sola conmigo, sola sin mí, sola sin ti.





Y te quedas quieta y sola.


Sola.


Sola como la palabra que te llama sola.


Sola como el océano, como Dios, como todo.


Porque los muchos están solos, yo, poco, estoy a tu lado chupándote la soledad,


bebiendo tus horas vacantes de caricia.





Estoy sentado en la cama mirándote dormir, a plena luz del día,


parece un sueño verte soñar, quizás me sueñes, quizás tan sólo seas una golondrina


presa en la jaula de mi sueño.


Y he de dejarte ir…para que mores los sueños de otros ojos,


para que habites los párpados vacíos de alguna fiera criatura.


Te llevarás mi soledad ¿no es cierto?, pero, ¿me dejarás la tuya?


Al mar donde no se posa la compañía de los astros


He vertido el sueño en que fuimos.

viernes, 11 de noviembre de 2011





No me preparo para nada, no quiero llegar a ningún lado. Todo cuanto pueda llegar a ser ya lo soy. Obro, pienso y siento en función de mi estado presente. Soy realmente pleno, no hay nada que haga el día de mañana, o que haya hecho el día de ayer, que me haya aumentado una décima de mi calidad como persona. Voy descubriendo lo dado, y lo dado es esto que veo aquí.

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¿Qué se agita en los corazones de los hombres día con día? Hacer dinero o ser más hermosos. Lo veo y no necesito mayor estudio para probarlo. Y todo está en función de los deseos y de la ilusión de pensar que todavía se puede tener más, o que se puede echar al mar alguna carga pesada. Nunca veo en ellos la razón de lo presente, la suprema capacidad para la negación de este mundo.

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El orden de las cosas todas de este mundo está puesto en el hacer. Incluso santos participan de esa devoción por las obras. Pero eso es sólo una forma de expresar la infinita quietud que yace en nosotros aún amodorrada, y que no necesita de otras formas que no sea ella misma para estar al compás del universo.


He visto que mis días son muy cortos, que apenas y soy una hebra de hilo en el tapete inmenso de la eternidad, una porciúncula aún diminuta de todo el mar del espacio. Ya no me preocupa morir mañana, ni me preocupa borrar mis “errores” de ayer. Todo se disolverá, todo llegará a la consumación aún y con mi pequeña gloria o mi suprema mediocridad.

En tantas otras como en ésta tuvo razón cierto sabio: las mejores etapas de nuestras vidas son aquellas en las que nuestras flaquezas nos han parecido más dignas de orgullo que nuestras supuestas virtudes.

Es cierto, nada ánima más al espíritu el saber que se va por el camino propio y no por el que piensan los demás que se debería ir. Uno busca la forma de ser pleno, y eso solamente uno lo sabe. Ya sea siendo un supremo haragán o un acometido rey, igual da buscar el lugar que el Karma designó para cada uno en el universo.

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jueves, 27 de octubre de 2011

FRAGMENTOS BUDISTAS










Si hacemos caso a Weininger, el hombre genial abarca los más posibles de seres, mientras que el mediocre solamente comprende sí mismo. Esto es coherente con el hecho aseverado también por el suicida de Viena, de que existe una diferencia entre lo promedio (resultado de la estadística) y el tipo o esencialidad del ser. El hombre extraordinario está llamado a lograr la plenitud de lo humano, es decir, a fundirse en la vacuidad general.

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La maldad, en el fondo, no tiene más que como causa eficiente a la vulgaridad. Lo malo es el resultado de las acciones del hombre mediocre.

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La compasión solamente es válida si se oculta. Creer que la “Karuna” pueda producir frutos no es más que eso, una creencia. No ocultar la compasión es ser impertinente con el destino de los hombres.

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La prueba máxima de la mentira del vanidoso es que siempre al contemplarse al espejo se ve bello y deseable.

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¿A qué se debe la esterilidad de admirar a los padres? Al hecho de que no podemos vivir de los frutos de quienes nos anteceden. De igual forma, quien busca alcanzar el Nirvana, carece de padres. Nada se dice del dolor que le habrá causado el Buda ser objeto de la desilusión de su padre, e, incluso, es difícil aseverar que realmente le haya dolido la muerte de su madre. No le quedaba más que sentir dolor por quien estaba delante de él, esa punta de lanza que lo ataba a la tierra.

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El ser profundamente fuerte le avergüenza mostrar que es amado; por el contrario, quien se ha dejado engatusar por la mentira de la vanidad de otorgarse valor por medio de otro, gusta de exhibir la dudosa corona de ser objeto del amor de alguien.

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No se puede desnudar una apariencia sino es siendo víctima de su engaño. De ahí que solamente los conscientes del “Yo” puedan acceder al Nirvana.

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Huyo del dolor del hombre porque, si permaneciera ante él, sin duda desfallaría hasta la muerte.

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Para muchos estoy relegado a la esquina de los perdedores. No hay infierno ni gloria más potente que el que se forja en las entrañas…

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No existe mejor manera de acercarse al vacío que siendo uno mismo hasta el agotamiento, hasta la sequía. Es ahí donde se revela lo tan poca cosa que somos.

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