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Vogelsammlung (Colección de aves) Paul Klee |
Sí, tú eres el porvenir, la gran
aurora
que apunta de las llanuras de la
eternidad.
Tú eres el canto del gallo tras
la noche del tiempo,
tú eres rocío, madrugada,
muchacha,
tú eres viajero, muerte,
madre...
Tú eres la forma que incesante
cambia,
que, solitaria, emerge del
destino,
que no celebra ni se lamenta
porque nadie te ha descrito,
bosque silvestre.
Tú eres el fondo fundamental de
las cosas
que silencia la última palabra
de su esencia
y que se muestra a los otros
siempre distinta:
tierra al navío: navío para la
costa.
Rainer M. Rilke
1.- Punto de
inicio
Ver con claridad el inicio de una línea.
Verla perecer en un punto definitivo.
Si pudiera hacer eso con mi vida, cada
segundo cobraría un sentido único, adquiriría la fisonomía de un bloque, de una
columna, de un elemento que va conformando una estructura más compleja y
acabada.
De tanto que he leído sobre los
irracionalismos, los pensamientos postmodernos sobre la volubilidad de la vida,
su carácter de espontaneo, de fugacidad dispersa, de antisistema, que me he
creído que en vano uno planea su propia existencia. Pero esto es un grave
error. En realidad es nuestro deber planearla y realizarla. Y el primer momento
siempre es el más difícil. ¿Cuál es el pensamiento-herramienta que podría darle
sentido a cuanto se haga? ¿Cuál es el punto de partida?
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Taenzerin, Paul Klee |
El punto de partida es el no-suicidio; es
decir, el haber adquirido una especie de compromiso con el vivir a pesar de
todo. En realidad, desde un punto de vista severo, no se empieza a vivir sino a
partir de este presupuesto, o mejor dicho, del establecimiento de este
presupuesto: si ya se ha tomado una decisión, cada segundo que acontece va
heredando la fuerza motriz del momento anterior y define el resto de la trama
vital.
No es de mi interés plantearme sobre los
temas de destino y vocación, libertad y elección, azar o causalidad, eso es
demasiado para mí. Hubo un tiempo en el que, seducido por los temas con calidad
de rompecabezas, disertaba con ufana soltura, con irresponsable sobriedad. En
realidad eran momentos de ebriedad intelectual, de falta de comprensión de las
urgencias que sólo el tiempo que se acorta sabe dar. La edad pesa y define la
pertinencia de los grandes temas. De repente vislumbro que la metafísica es
adolescente.
Me ha surgido la idea de que mi vida ha devenido
como deviene una plática de café: sin más dirección que la del placer de
conversar de lo que sea. Esta fugacidad, esta falta de llegar a algún lugar, es
un mal propio de las culturas subdesarrolladas o, al extremo, del diletante. No
es mi intención establecer posturas, solamente de elegir medios: empiezo a
madurar el hecho de que dentro de poco estaré infeliz con mi vida que,
tristemente, ya pasa.
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Masken (máscaras) Paul Klee |
Existe una sana melancolía en descubrir que
todo perece, que la muerte todo lo devora y... etc., pero no puedo basar mis
fuerzas para realizar la comprobación de nuestras verdades en tales dogmas
paralíticos. Comprobar nuestra verdad es asumirnos: vale más haber gastado el
talento y no guardarlo sopretexto de que nadie es más de lo que nace siendo.
Desde un punto de vista estricto, ser inglés o alemán, norteamericano o
francés, japonés o indio, debería de definir nuestra complexión cultural. Eso
me parece erróneo. En mi lugar yacen una y mil formas de desdeñar estos
impedimentos que han intentado destruirme el sueño de hacerme de una cultura
aceptable, de la serenidad y el contentamiento con las obras de mis propias
manos, de todo aquello que sólo la contemplación de la belleza saben dar.
Durante, aproximadamente 20 años, he vivido
una vida prestada. Pasó como si hubiese entrado a una tienda en donde se vendía
felicidad y la hubiese comprado a muy buen precio. La idea de una carrera
universitaria es uno de los mejores ejemplos de vida comprada. La idea de tener
una familia, es otra; desde mi perspectiva particular, quizás le gane a la
anterior en su calidad de vacua. Todas ellas peores formas de encontrar una
felicidad propia, única. Con esto quiero decir que la primacía de la vida no se
consigue mediante tales “fines”. Evidentemente se trata de medios.
Este ensayo lo hago con la finalidad de
reflexionar sobre lo que parece ser es el tema de mi vida y, de paso, el tema
de la mayoría de las almas humanas: el de cómo recuperar la senda extraviada.
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Vergesslicher engel (ángel olvidadizo) Paul Klee |
2.- Vislumbrando
el círculo perfecto
Quisiera matarme el día de mi cumpleaños
después de haber efectuado todos y cada uno de mis sueños. Eso no está en
discusión: he de morir por mano propia siempre y cuando cumpla con cada una de
mis metas propuestas. Tanto para la vida como para la muerte debe mostrarse
nuestra suprema voluntad. Como esto es casi imposible, doy por hecho de que el
suicidio será la opción más alejada de mi mano. Sin embargo, invitándome a
hacer un ensayo sobre ese día fatal, veo y comprendo que cada día cuenta de
manera insustituible para la consecución de mis propósitos. Cierto día observen
cada una de las horas que respiran y verán cómo sus vidas se dirigen hacia
ninguna parte, que la “meta” está ahí a donde el maldito azar los arroje. Pero
existe una forma de que todo ese caos de hechos y acciones cobren sentido:
trazándose propósitos realistas, metas futuras a corto y largo plazo.
En mi caso ya he realizado dos movimientos
maestros que corresponden a un buen inicio del proceso de realización, de
retorno a la senda extraviada: he renunciado a un trabajo agobiante que en nada
satisfacía a mi espíritu delicado e inconformista. El segundo gran paso fue
renunciar al modelo de felicidad estándar social: la familia. Ahora estoy en la
etapa más difícil, la más complicada y personal: descubrir cómo se acerca uno a
sus sueños que, es lo mismo que decir, quién se es.
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Tansztellung (posición de baile) Paul Klee |
Sin duda el primer momento, el de la decisión
también es difícil. Pero se tiene que hacer. Uno puede obligarse a tomar esa
decisión deslizándose poco a poco a la fatalidad de la ruptura con aquella
forma de vida que nos está sofocando las alas. Yo me auxilié de varias
estratagemas. Creo que el que logra agrupar la esencia de todas ellas es el de
forzarse a dejar las cosas, imponerse una celada, boicotearse la inercia de
seguir a ningún lado. Ponerse “trampas”, darse un empujón. A pesar de que las
secuelas de esa decisión pueden tardar varios años en cicatrizar, no es un luto
eterno. Al caso es que busqué la forma de liberarme de esa “vida” que tarde o
temprano me iba a matar de una forma externa a mi decisión.
Ahora bien, supongamos que queremos
desembarazarnos de una afición que no tiene lugar en nuestros propósitos. Lo
primero que se tiene que observar es el hecho de que lo “bueno” o “malo” de
nuestros actos lo es en virtud del grado de necesidad que ocupan en nuestros
planes. Hay acciones como emborracharse o drogarse que le son inocuas a ciertas
actividades pero, por el contrario, le pueden resultar perniciosas a otras.
Para poder ver el peso de esta asertividad, tenemos que tener la madurez suficiente
para aceptar que por encima de todo está nuestra realización. Lo segundo está
en la aplicación del boicot a tales hábitos perniciosos. Cortar con ciertas
amistades o distanciarse de ellas puede ser un buen principio para lograr ese
propósito. Lo otro, es renunciar a determinado trabajo, alejarse de algún
lugar, decirle adiós a esa comunidad, hábito o forma de vida que nos está
humillando las ganas de ser uno mismo.
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El fantasma azul, Wols |
3.- Conociéndose
El primer condicionante para el inicio de un
camino propio es el de la soledad. Sin soledad no hay ni atisbo de futuro, no
hay hallazgo de ese placer que sólo a nosotros se nos dio gozar. Me ha parecido
que el lugar pertinente para esto es después de haber roto todos los lazos del
pasado que nos ataba a su inercia. Antes, quizás de manera romántica se soñaba
con que nuestra felicidad se iba a encontrar en tal o cual actividad, pero eran
sólo hipótesis de realización, sueños embrionarios. Se tiene que escarbar lo
más profundo posible en nosotros para poder completar el proceso que nos guie a
eso que realmente queremos llegar a ser, y eso sólo puede surgir en un ambiente
propicio, justo después que se ha abandonado todo aquello que siquiera nos
recordaba la posición anterior de humillación y resignación.
De la misma forma en la que no se es uno
haciendo el proceso de repudio del mundo que nos rodea, así, se revela el
itinerario de nuestro desarrollo en el alejamiento de esa realidad que nos
pretenden imponer los demás.
En mi opinión no se llega ahí, a la basta
planicie de un reino propio, sino es mediando mucha misantropía, ofendiendo al
prójimo, reprochándole a la humanidad entera su pendejismo y barbarie. Hasta el
día de hoy no conozco a ningún espíritu elevado que haya visto que el mundo
está bien y que no merece salvación. Desde luego, cosa muy distinta es
pretender que va a salvarse, pero eso no nos corresponde a nosotros, lo que nos
corresponde es realizarse a uno mismo con el afán de alejarse del estatus quo
de la realidad. En eso me parece pertinente la idea de Nietzsche de que el
hombre debe ser en todo momento un monstruo, un ser antinatural, que se escapa
de los márgenes de una naturaleza que vive en la inercia de la medianía.
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Intitulados, Wols |
Toda acción humana ya establecida siempre
tiene formas de hacerse de manera distinta. No existe ninguna fórmula para las
cosas realmente importantes. El proceso de elaboración de una obra de arte, la
forma en la que se seduce a una mujer, de cómo se educa a un hijo, de cómo se
convive con el mundo, no existen como tales. No hay arte, seducción, educación,
convivencia. Esas son palabras. Lo que hay son acciones concretas que llevan a
la expresión artística, al amor, a la filiación, a la existencia, etc. Esto es
así porque todos somos distintos. Qué cosa más triste cuando un hombre no puede
abordar a una mujer porque es incapaz de ser honesto consigo mismo, dejar a un
lado sus temores, abocarse a la contemplación de un ser que, de alguna u otra
manera, lo complementa. Qué tristeza los artistas que tienen por modelos a
otros artistas y no el impulso inicial de manifestar vida a través de sus
visiones. Qué tristeza cuando les heredamos a nuestros hijos las taras de la
tradición, de los dogmas obsoletos.
Pero toda la sociedad vive de esos miedos y
le fascina seguir los métodos probados. Se hacen abstracciones que terminan
mutilando la individualidad. De hecho, en los ejemplos, no sería descabellado
renunciar al hecho del abordamiento y procurar otra cosa, o de empezar por
recortar periódicos, etc.
Cada uno posee fortalezas y debilidades
incompatibles con la naturaleza de otros seres humanos. Esto es una verdad
fundamental. Sin embargo, de ahí la mayoría no concluye que existen formas
distintas de llegar al objetivo general que es ser feliz. Para algunos la fama
les traerá felicidad, eso es obvio. No estoy en contra de eso. Sin embargo
difícilmente exista una felicidad tan estándar como esa. Hay el poder de dar
muerte, de comprar lo que se quiera. Pero, por una y mil razones, eso termina
por convertirse en nada pues deja inalterada la sustancia fundamental de
nuestro ser. La prueba contundente del carácter valioso de las acciones se dan
cuando redundan en beneficio para el alma, cuando ésta deja de poseer temores,
es decir, se vuelve más libre.
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Composición verde, Wols |
¿Por qué se nos insta a instruirnos, a
cultivarnos en el arte, en la ciencia y en las cosas espirituales? Porque nos
dejan una riqueza sin medida que es la de no anhelar más que el acrecimiento de
nuestra libertad, de fomento a una individualidad única e irrepetible. Por el
contrario, quien se sumerge en los placeres termina en la servidumbre de la
felicidad ajena. Lo que aquí sostengo es que no existe la felicidad universal.
Nadie puede ser feliz con la fama, con la adquisición de bienes materiales, de
viajes por el mundo, con el prestigio, a menos que se trate de un sólo
individuo, y así con todo. Suponer que existe un gran premio único para todos
es suponer que todos somos iguales. Pero eso es falso.
Así, no se pueden sacar conclusiones de cuál
ha de ser nuestro camino a seguir, si no es sondeando nuestras profundidades,
conociendo nuestros temores y debilidades, nuestras fortalezas, nuestro talento
especial, aquello que nadie más que nosotros sabe cómo hacer, cómo lograr, cómo
sacar del silencio y la oscuridad para traerlo al mundo de los hombres en donde
brillará con una luz propia inimitable.
4.- Dios
Después de obsesivas elucubraciones místicas,
y etc., de repente las cosas espirituales se me revelan de manera clara, casi
insípida. El tema de Dios ha de resolverse del siguiente modo: creer en Dios es
saber que nuestra vida tiene un sentido. No me parece pertinente mirar a ese
término como una persona, como un ente existente (aunque eso sea un pleonasmo),
o cosa similar. El plano lógico y el existencial no tocan la naturaleza de esa
noción: Dios no posee existencia ni su concepto puede ser tratado como los
demás conceptos o ideas. Cuando nos referimos a Él, cuando agradecemos o
esperamos en Él cosa alguna, hacemos uso de un lenguaje particular. Nuestros
actos devocionales, nuestros paroxismos mistéricos, la agonía de vivir y
vislumbrar la muerte, se dibujan ahí donde se desdibujan las posibilidades de
nuestro lenguaje racional. Es en esa frontera en donde el lenguaje religioso
tiene su razón de ser: crea imágenes que
nos ayudan a dar cuenta del mundo desde fuera del mundo. Dios es la seguridad
apacible de que el mundo tiene un orden inalterable, de que nuestra vida se
cerrará en un círculo perfecto y que tendremos la fuerza para que el último día
de nuestras vidas recibamos de manera pacífica a la muerte.
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El hombre aterrado, Wols |
Si me apresuran a decirlo, lo diré:
encontrarse a uno mismo es encontrarse con Dios. Saber, a grosso modo por lo
menos, el destino de nuestros pensamientos y acciones, es ya tener resuelta la
vida. Imaginaos estar enamorados: cuando se tiene a la novia en frente, la paz
nos inunda por el simple hecho de que no existe ya nada que se nos pueda dar
que nos haga más ricos; la seguridad de nuestra riqueza se halla cautiva en ese
momento, en ese espacio, y si acaso por la mala fortuna ella desapareciera,
nadie jamás podrá borrar de la historia ese momento.
No se llega a la felicidad sino teniendo un
poco de esa felicidad que nos espera. Es como si desde la distancia viéramos
como se alzan las cumbres de esa montaña que habremos de escalar. No sabemos si
llegaremos a sus faldas, si subiremos por sus recovecos y finalmente
conquistaremos su cima, pero, desde lejos podemos ver que ella está ahí, que es
hermosa y que nos invita a la conquista. Ser realistas es saber disfrutar cada
paso del proceso. Me imagino ya subiendo por las rocas, respirando ese aire
frío a la vez que disfruto verla en la distancia, sabiendo, sin lugar a dudas,
que está ahí y que no desaparecerá.
Así uno se desliza, así se filtran los sueños
por las duras rocas. Así se inicia todo: con una mirada, con una sonrisa, con
un saludo, con una pregunta, con el nervio a flor de piel, con la huida de los
pensamientos que nos frenan, con la puesta en marcha de la admiración por las
cosas bellas y por ver cómo estas nos corresponden, como si siempre nos
hubiesen estado esperando.
Esto y más se me antoja llamarlo “Dios”.
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Engel, noch tastend (Ángel, aún a tientas) Paul Klee |
5.- Orden
La sempiterna máxima de que debe existir un
lugar para cada cosa y que cada cosa debe ir en ese lugar: difícilmente se me
ocurre mejor consejo para la vida. Son dos momentos distintos como puede
observarse: el primero se refiere a establecer un criterio de orden, un
ordinante. Una regla, un principio que hace que todos los elementos caóticos
que componen nuestra vida se alineen a una dirección inequívoca y definitiva,
no sujeta a cambios, una brújula necia y contumaz. Lo segundo es la aplicación
de ese principio, es el acomodo final. Este paso es propiamente la ejecución de
nuestros planes. El primero es una agenda, el segundo, una bitácora.
Es necesario no transigir nunca con las
necesidades de los demás. Aquí repito lo ya dicho respecto a la búsqueda de uno
mismo: el desdén es necesario en este punto, la no aceptación de los caminos
ajenos, la imposición visible o subrepticia de las cosas que se consideran
mejores para nosotros. Las alabanzas, las lisonjas, los paliativos permisivos,
todas aquellas manifestaciones que los demás nos hacen acerca de lo que mejor
piensan ellos que nos sale. Es claro que solamente uno sabe para qué es bueno.
No importa lo que digan los demás. No se trata de eso, si se quiere algo,
aunque nos salga mal, tendremos que redoblar esfuerzos hasta conseguir la
calidad necesaria. Esto se hará con mayor eficacia si tenemos claro a dónde queremos
llegar, es decir, si tenemos un orden, una escala de prioridades definidas.
Claro, se dejan espacios discrecionales,
momentos de flexibilidad, juego en el caos. Pero esas son vacaciones. No
aconsejo la obsesión. De todos modos no creo que alguien sea lo suficiente
ingenuo para pensar que lo que hace es realmente imprescindible en el mundo.
Nadie ni nada es necesario.
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Figur am Abend (figura en la noche) Paul Klee |
6.- Llegar
El tiempo se agota, las capacidades empiezan
a debilitarse. Lo que antaño fueron sueños, hoy se hacen urgentes exigencias. En
especial hablo de cierto tipo de sujeto, el que padece de la desesperación de
nunca haber conocido la satisfacción en nada.
En general los hombres nacen con un
itinerario bajo el brazo. Es hasta tal punto determinante su personalidad que
ya sabemos si habrán de ser banqueros o filósofos, pintores o policías. La masa
cumple con exigencias estándares producto de la inercia derivada de su carácter
o de la imposición cultural, social, política, económica y en ellas encuentran su gozo, su razón de
ser. Hay otros, los que, siguiendo esa prescripción del destino, fueron genios,
cumplieron el designio de una naturaleza desenfrenada hasta el punto de que nunca
tuvieron dudas acerca de quiénes llegarían a ser.
No, aquí hablo de quienes se extraviaron,
quienes nunca poseyeron seguridad alguna sobre su lugar en el mundo. Tan
perplejos de que todos supieran que hacer con sus vidas, que tuvieron que
fingir que sabían la razón de su existencia; para no hacer el ridículo quizás.
¿Cómo se retorna? Hubo un punto en nuestro
pasado donde todo se quebró, se esterilizó. Necesario es ver dónde fue ello.
Se trata de una odisea personal el caminar
hacia atrás ese camino. Existen terapias y métodos de desandar psicológicamente
la trama vital que ha vertebrado nuestro presente. Pero recomiendo hacer una
simple introspección honesta y asumir las consecuencias finales de esa
revisión.
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Arlequin auf der bruecken (Arlequín en el puente) Paul Klee |
En mi caso puedo ver mi problema en mi
formación universitaria. Mi espíritu está muy alejado de ese modelo de cultivo
espiritual. Mi vocación quebrada, claro, era la de la academia de artes.
Demasiado frágil para la creencia en la literatura, o demasiado influenciable
respecto a ideas, mi alma nunca supo leer mi interés en las letras y la
filosofía como una curiosidad superficial. No soy un escritor que pueda
despertar emociones algunas, hacer ver nuevos paisajes, hacer vibrar a las
almas. O al menos, no me ha interesado lo suficiente. Miles de páginas
desperdiciadas, tiempo y dinero en un pasatiempo que no era más que
distracción. Jugué a que esa era mi vocación perdida. Si se confrontaba mi
licenciatura en derecho con la posibilidad de ser un escritor, halagaba más a
mi alma ésta última capacidad. Y en cuanto a la filosofía, simplemente no tengo
la capacidad de creer que no sigue siendo más que literatura refinada,
animizada.
La música: o se es en ella de manera plena o,
simplemente, no existe. Tratándose de la labor más elevada del alma, cualquier
no creador y ejecutante virtuoso habría de ser tratado como un gran
mercachifle. Tan grande es la música que en todo respecto a ella somos esnob. Increíble
que algún día haya tenido la osadía de pensar en ser músico.
Lo que me queda es el espacio visual, la
expresión pictórica. Tengo razones de peso para ello. En primera, fue mi
movimiento inicial infantil. Y en segunda… no tengo segunda razón. Lo que sigue
es una continuación del primer momento, indefinida, vaga, pero poderosísima.
Cierto que comprendo la importancia de las artes gráficas, la vida del artista,
los intereses que están inmersos en los problemas de la composición, la
proporción, los ritmos, el cromatismo, etc. Cierto que la voluptuosidad de la
belleza se me hace más palpable por ese medio, que el mundo de alguna manera
puede reconstruirse por esa fuerza creativa, etc. Pero todo ello me parece
impertinente, de más. No soy crítico de arte ni me interesa serlo.
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Die heitere seite (El lado sereno) Paul Klee |
Hace poco leí, de un historiador de arte,
hablar sobre un ejemplo sencillo para ilustrar a sus lectores sobre el carácter
profundamente inexplicable que hay en la composición estética. Señalaba que las
acciones que están puestas en el simple hecho de acomodar unas flores en un
florero, pueden ser increíblemente complejas. Una rosa azul acá, otra amarilla
por allá –de tal forma que no se encuentren colindantes-, un poco de hierba al
costado. De repente nos parece sobrecargado de un lado, luego, se hace
necesario poner otra flor de este otro lado, y…etc. Finalmente, se tiene un ramo de flores listo
para ser disfrutado, dispuestos todos sus elementos en razón de una totalidad
armónica, cada uno en un lugar acertado. Y me pregunto: Quienes tienen esa
habilidad ¿son capaces de dar cuenta de lo que hicieron?
Hay un sentido profundamente misterioso tanto
en el sentido del arte como en el hecho de que uno tienda hacia él.
Esto se me hace tan diáfano que no logro
entender cómo no fui capaz de percatarme que así era con toda mi vida. Cada
cosa me causaba malestar porque simplemente no estaba en su lugar acertado.
Pero poco a poco le di cabida a la imperfección, me fui alejando de mi vocación
de esteta. Pensándolo bien, esa es posiblemente la base de mi sentido de
comprensión de la vida: la consecución de la belleza, un poco a la manera
platónica.
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Genien (Genios) Paul klee |
Así, no tengo, hoy, justo ahora, la menor
idea de que puedo encontrar a Dios en el ejercicio de la pintura, el dibujo,
las expresiones visuales.
Quizás algo que refuerce esta pretensión
artística está en el hecho de que tengo avanzado ya un buen tramo en ella.
Mucho tiempo, muchos cuadros y dibujos, ejercicios de ejecución, búsqueda de
mejores técnicas, corrección de errores, invención de medios. Sin embargo, al
contemplar las obras ajenas, las de grandes pintores, en particular las del
arte contemporáneo, descubro que no sé nada. Todo lo que antes había supuesto
que era la expresión estética, se derrumba. Por ejemplo. Con Klee me pareció
encontrar el non plus ultra de las armonías puras y del replanteamiento del
sentido espiritual del arte. Pero luego, analizando a Wols, descubro que la
vibración de una composición estética puede ser terriblemente dura,
conmocional, abrupta, salvaje, totalmente alejada de la delicadeza del
planteamiento kleeniano del arte. Por esto pongo en tela de juicio acerca del
tramo avanzado. Esto, en realidad, me excita y me azuza, me provoca y me
conmueve. Me inspira.
Podría continuar hablando sobre estos asuntos
ad infinitum, ad nauseam. Pero la conclusión obvia salta a la vista: es claro
que si no realizo mi inquietud pictórica, hasta convertirla en estremecimiento,
no moriré más que como un perro.
7.- La fiesta
Primero: visualizar como es necesario cerrar,
a la vieja manera japonesa del hombre moribundo que dibuja un círculo de tinta
sobre un papel, la elipse perfecta de nuestras vidas. Ese círculo es en sí la
fiesta. No que el cerrarla sea la festividad, sino que toda la ejecución, el
recorrido que realiza la muñeca a codo alzado sobre el papel, es la explosión
del momento. Pero eso se realiza con inteligencia o, simplemente, no se
realiza.
Segundo: conocerse es conocer a Dios. No que
uno sea Dios, sino que es ahí, en tanto que éste es el sentido de la
existencia, donde brota la realidad toda de lo que realmente somos. Esto es el
criterio máximo de permanencia en el mundo, lo que funda el no-suicidio y lo
que le dota de orden al caos del mundo que pretende devorarnos.
Tercero: No se llega a donde se quiere llegar
sino es ya saboreando los resultados. No se llega a ser feliz sino mediante una
actitud feliz. De hecho, el triunfo de un hombre estriba en levantarse y
caminar aunque nunca llegue a su destino. No seremos lo suficientemente
insistentes sobre este punto: en el primer paso están presentes todos los
demás, se está tan decidido que la posibilidad de una derrota es un total
espejismo, algo que no existe pues todo cuanto ejecutamos es el rastro inverso
del triunfo. La plenitud no se hace en entregas, en partes, en módulos.
Quien ha padecido déficit de atención os
puede decir esto con plena experiencia. Esencialmente todo el problema consiste
en que resulta de un esfuerzo sobrehumano terminar la primera fase de un
procedimiento. Las personas normales saben que las cosas se hacen en la medida
en la que se ve el proceso completo. No se detienen a valorar cómo van las
cosas, si están o no saliendo bien, en cuánto es lo que falta, qué tanto ya se
hizo. Eso es actuar con demora y eso es darse un tiempo que no se posee. Al
grado tal nos detenemos sobre ese paso que nos es imposible seguir adelante.
Puedo claramente ejemplificar esto cuando se trata de la ejecución de acciones que
deben de ser espontaneas pues de lo contrario no saldrían como deben de salir.
Hacer el amor, ejecutar una partitura, una coreografía, deben tener el rigor
del automatismo.
El final provoca terminarlo, nos apresura
consumar el acto. Y esto es esencialmente así pues hay siempre algo que le
sigue. Observad cómo es estresante manejar un vehículo poniendo atención únicamente
al campo de visión de los 20 metros próximos. No así se conduce. Se mira el
conjunto que se tiene en frente, se puede, incluso, mirar el horizonte de
nuestro camino, avanzar más allá, visualizar el vehículo que se encuentra
delante de nosotros a un kilómetro de distancia para tomar las medidas
precautorias. Así, el vehículo está en la carretera de manera total, del inicio
al final del viaje.
Una fiesta empieza en los preparativos.
Cuando se cocina el banquete se está bebiendo del vino, cuando se ponen los
manteles y se elige la vajilla hay un baile que le presta sintonía a esos
actos, la celebración se da en el acto mismo de querer efectuar la fiesta,
desde su planeación. ¿Qué novios no disfrutan el sólo hecho de hacer una lista
de invitados, de probarse los trajes, de escoger el pastel? Levantar las copas
y brindar, degustar los platillos, regocijarse en la felicidad de los
festejados no fuese posible sin antes preparar el camino, allanar todas esas
cosas monótonas, aburridas, las capas de la no-celebración.
No celebrar es no entender que todo ello
forma parte de un plan en el que se está o no se está. Una celebración inicia
cuando nos percatamos que tenemos razones para festejar, cuando ejecutamos el
primer trazo del círculo perfecto, es decir, cuando empezamos a vivir nuestras
vidas con un propósito definido.
Jueves 15 de agosto de 2013, Tulum, Quintana Roo, México.
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En el taller |