Todo sobre Lily Chou Chou
A Gigi
«Las cosas que aprecias, amigos, familia,
amores, son las que más daño te hacen; vives con eso. Por eso tenemos el Éter,
un lugar de paz eterna; eso es el Éter.
De: Les Paul.»
1. Reload
A 16 años de ser filmada, su frescura y
capacidad de interiorización nos resulta asombrosa: ¿puede existir filme
japonés que con mayor brillo cautive por su mirada hipersensible según le
corresponde con justeza al drama adolescente de crecer? No hay nada que no nos resulte cercano,
intimista y crudo: desde la pequeñez promiscua de las habitaciones de las
clases bajas japonesas hasta la claustrofobia experimentada en espacios amplios
de las zonas conurbadas de Tokio en los campos de arroz «ese verde estéril» (en
un oximorón adolescente inconfesable) y otros paisajes más que posteriormente
anotaremos.
Los contrapuntos son fantásticos: el musical de
la complejidad romántica de Debussy y la música pop minimalista de la estrella
japonesa ficticia Lily Chou Chou (a quien le presta atinada voz la cantante
Salyu), la complejidad del ciberespacio multicultural y repleto de chicos
asombrosos y la soledad devastadora de una adolescencia incomunicada (su
lacónico rostro de Yuichi, casi mudo; su exuberante retórica como administrador
de la página web); la explicación de la carrera musical de Lily cuando se
decide separarse de su grupo («Philia») del que formaba parte justo en el
momento en el que la antigua pandilla de Yuichi lo humilla y golpea; la pequeña
casa de Yuichi que casi tiene el tamaño del cuarto de Hoshino; el viaje a las
islas Okinawa y su densa selva marina filmada con una cámara de baja calidad,
en contraste con las límpidas imágenes citadinas; desde luego la transformación
de Hoshino de un nerd burgués a un desalmado jefe de pandilla y proxeneta sin
escrúpulos, aunque esto cae más bien en las dialécticas propias del filme: el «arabesque»
original de la canción de Lily, pasando por la rauda ejecución del tema
homónimo de Debussy, la isla «Aragusuku» tema de una canción antigua entonada
poco antes del momento de que Yuichi pasara a ahogarse, de mismo nombre que una
de las islas que visitaron ese verano de 2001 «año que marca el inicio del
apocalipsis» según Yuichi.
Pero ningún contrapunto tan peliagudo como la
existente entre la apariencia ingenua y juvenil -a lo manga- de esos rostros y
sus tribulaciones internas, grotescas, humillantes, crueles y absurdas. La
risita cómico infantil ocultando sanguinarias intenciones, envidias oscuras y
un afán de llevar todo a las últimas consecuencias.
2. Vía
negativa
Todo sobre Lily Chou Chou no es un filme moral
(aunque claro puede y debe dar a luz discusiones). No es un filme hedonista
(aunque esté repleto de deliciosas imágenes de un millón de matices y un
soundtrack excepcional). No es un filme antropológico ni psicológico, no hay
sociología, no hay filosofía, su poesía es la necesaria y sus diálogos son
prácticamente inexistentes. Su extraordinaria cámara inquieta y cierto desorden
en el despliegue de los acontecimientos le dan un sabor de auténtica
experiencia vital. Más cercano al documental o talk show, lo atractivo ni siquiera es la trama o el drama que
exige ser liberado por el silencio de estos seres casi zombies que despiertan a
la vida. Interesan sus esperanzas pueriles, sus personalidades románticas, su
choque estrepitoso con una sociedad ciega, sorda, paralitica. Nos llama la
atención acerca de cómo podrán continuar
después de tanta mierda diferida.
3.
Sinopsis
Yuichi Hasumi (Hayato Ichihara) es –presuntamente- «Philia» administrador del blogg del «Éter», un espacio en la web dedicado a reunir impresiones y comentarios sobre la cantante pop japonesa Lily Chou Chou, eje sobre el que giran los espíritus de una comunidad de jóvenes cada vez más atrapados en su densa psique encaracolada por el continuo choque con una sociedad que los repudia y recrimina.
Yuichi traba amistad con Shusuke Hoshino (Shugo
Oshinari), un joven muchacho proveniente de otra escuela, de naturaleza
introspectiva e inteligente, rico aunque roto por su separación de sus padres y
una recién bancarrota de la familia a la que pertenece. Es él quien introduce a
Yuichi en el mundo de Lily, de su música, su lenguaje, su mística.
En compañía de otros muchachos, ambos amigos realizan un viaje a
las islas Okinawa, en las cuales experimentarán una indecible felicidad y una
ruptura: no sabemos qué se rompe en el interior de Hoshino, sólo sabemos que
regresa diferente (Tal vez la muerte absurda del joven explorador que
conocieron fortuitamente; el que casi haya muerto ahogado Yuichi). A partir de
ese momento explotará sexualmente a la joven Shiori Tsuda (Yu Aoi), exigirá
tributos monetarios y llegará a violar al objeto del interés afectuoso de
Yuichi, Kanda Yoko Kuno (Ayumi Ito), por pedimento de otra chica del instituto,
la envidiosa Sumika Kanzaki (Kazusa Matsuda), quien no tolera ni su belleza ni
su inteligencia notable.
Resultando ya fuera de control la conducta del joven Hoshino
(quien después nos enteramos que participa del blogg de «Philia» como «Blue Cat»),
el grupo de jóvenes que integran la pandilla a instigación de Kanzaki, tramarán
la muerte de Hoshino, terminando así la pesadilla viciosa de miedo y violencia
que había sembrado.
4. Kokyu
Yuichi puede tomar de la estantería de cd’s, el
disco de Lily sin pagar porque participa de un universo en el cual nada se
vende ni nada se compra: el mundo etéreo de la libertad y la nada musical.
Desde luego ni su maestra ni su madre (que lo cunde a ostias frente a aquélla y
el profesor de educación física) pueden intuir el universo magnifico que se
despliega en el interior del muchacho agobiado por las exigencias sociales y
sus sentimientos cósmicos por los cuales se deriva conducta tan errática. Y no
es una hipérbole: el adolescente, recién despertado a la consciencia, poseerá
un instrumento de lucidez superior a cualquier otro, que le hará intuir el
abismo absoluto que se abre frente a su persona, indefensa y vulnerable, finita
y minusválida.
A lo largo del filme asistimos a una educación
japonesa de primera nivel, con un énfasis impresionante en las artes y el
deporte, pero aquejada de un problema de comunicación a profundidad. El método
que sigue su director, Shunji Iwai (Hana y Alice, 2004; Carta de amor, 1995), es
el uso de actores no profesionales, lo que le otorga al filme una atmosfera
cuasi vacía, espesa y ausente, muy de acorde con el carácter espontaneo de las
tomas y rodaje en cámara digital de alta definición.
Todo sobre Lily Chou Chou es una película
totalizante, envolvente, que participa de múltiples ojos puestos en cada rincón
de su propio mundo. Pasa con suprema facilidad del plano monodimensional del
internet, al monologo/diálogo bloggero, así como se funde en una vacuidad en
donde la renuncia al mundo es eficaz en lo musical, en la «sombra más intensa
que proyecta una intensa luz».
Podría decir más al respecto de esta película
que siento imprescindible. No sé si pueda servir de reflexión para fines de
psicología adolescente o de interés para la pedagogía o algo. No lo sé. Lo que
sí sé es que la experiencia a la que nos empuja es sublime. Su belleza y
originalidad en la forma de desarrollo dramático, se funden como pocas veces he
logrado ver en otras cintas. Se tiene la experiencia de la película, no hay
nada que entenderle, no hay nada que decir de ella: se la vive y se le registra
en el alma de manera definitiva.
P.D. Aquí puede verse on line la película, si queréis: http://www.cineasiaenlinea.com/all-about-lily-chou-chou-2001/
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