lunes, 21 de junio de 2010

La Medusa y Aquiles

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/84519.html

La gente no ayuda, no saben, no comprenden, y no tienen limitaciones a la hora de hablar. Unos de los principales obstáculos para comprender el problema del narcotráfico, es la gente misma.

Las opiniones que le brindaron al articulista (serio e inconscientemente muy relajado), van de lo noble a lo vulgar sin pasar por ninguna forma de matiz.

Aunque el matiz es antidemocrático, es necesario hacernos a la idea de que, sobre el problema del narco, no sabemos nada, y que eso, debería de aportar todas las formúlas de circunspección posible a la hora de hablar de algo que, de hacerlo mal, nos podría seguir costando las vidas de seres humanos próximos.

Se mezclan con suma facilidad los aspectos políticos, económicos, jurídicos, sociales, culturales, de salud, de idiosincracia religiosa, etc., sin hacer distinción alguna de los alcances de unos y de otros. La opinión es la nueva dictadura de la sociedad. Ante tanta doxa, es necesario oponer una epísteme de mayor seriedad.

Pero no hay estudios serios al respecto. Por lo menos cada uno debería evitar las soluciones fáciles. Darle un cuerpo, un nombre, una cabeza, a algo que no lo tiene, no es más que la misma táctica de guerra fallida del filosófo o el metafísico: le nombran "ser" a la nada. Distinguimos para poder sobrevivir.

Todos los gobiernos que quieren legitimarse hacen guerras. Siempre ha sido así, así siempre será. Pero no basta con que tengamos que aceptarlo. De hecho lo ignomioso no es que tengamos tantas matanzas, sino que la gente no haga nada por esclarecer qué es lo que está pasando. No les importa, o mejor aún: no quieren que les importe porque de hecho, les da miedo saber. El que sabe se emancipa y se vuelve libre en un desierto, donde nadie lo ha de acompañar. Nadie quiere eso, a menos que sea casi un monstruo.

El vulgo no es así, nunca lo ha sido ni nunca lo será. Las revoluciones o la reacciones sólo unos cuantos las hacen. Dejar que un imbécil gobierne puede ser el peor castigo para un ciudadano inteligente. Pero lo que hay del otro lado, la medusa que nos han hecho creer que es, puede que su poder se agote en petrificarnos. Si su rostro es tan monstruoso, y sólo en eso consiste su poder, en el miedo que nos causa, ¿cómo no atrevernos a poner en entredicho malignidad tan chapucera?

Hoy, más que nunca, hace un inmenso ruido el pregón de Nietzsche: "Los verdaderos problemas están en las calles". Y esto solamente es posible en la medida en la que uno mismo, ya se ha concluido como problema. Después, viene la guerra auténtica con los poderes que todavía encadenan al hombre.