No me preparo para nada, no quiero
llegar a ningún lado. Todo cuanto pueda llegar a ser ya lo soy. Obro, pienso y
siento en función de mi estado presente. Soy realmente pleno, no hay nada que
haga el día de mañana, o que haya hecho el día de ayer, que me haya aumentado
una décima de mi calidad como persona. Voy descubriendo lo dado, y lo dado es
esto que veo aquí.
gh
¿Qué se agita en los corazones de los
hombres día con día? Hacer dinero o ser más hermosos. Lo veo y no necesito
mayor estudio para probarlo. Y todo está en función de los deseos y de la
ilusión de pensar que todavía se puede tener más, o que se puede echar al mar
alguna carga pesada. Nunca veo en ellos la razón de lo presente, la suprema
capacidad para la negación de este mundo.
gh
El orden de las cosas todas de este
mundo está puesto en el hacer. Incluso santos participan de esa devoción por
las obras. Pero eso es sólo una forma de expresar la infinita quietud que yace
en nosotros aún amodorrada, y que no necesita de otras formas que no sea ella
misma para estar al compás del universo.
He visto que mis días son muy cortos,
que apenas y soy una hebra de hilo en el tapete inmenso de la eternidad, una porciúncula
aún diminuta de todo el mar del espacio. Ya no me preocupa morir mañana, ni me
preocupa borrar mis “errores” de ayer. Todo se disolverá, todo llegará a la
consumación aún y con mi pequeña gloria o mi suprema mediocridad.
En tantas otras como en ésta tuvo
razón cierto sabio: las mejores etapas de nuestras vidas son aquellas en las
que nuestras flaquezas nos han parecido más dignas de orgullo que nuestras
supuestas virtudes.
Es cierto, nada ánima más al espíritu
el saber que se va por el camino propio y no por el que piensan los demás que
se debería ir. Uno busca la forma de ser pleno, y eso solamente uno lo sabe. Ya
sea siendo un supremo haragán o un acometido rey, igual da buscar el lugar que
el Karma designó para cada uno en el universo.
gh
No hay comentarios:
Publicar un comentario