Ni
el beso repentino aunque esperado, un poco seco –la verdad-, o el perfil
borroso desenfocado por ocupar su a huevo protagónico primer plano, la carota
de don Bruce Wayne -retirado en la burguesa Toscana- (Christian Bale), se nos
queda tanto como esa súplica de amor egoísta de la eterna aprendiz del Diablo
que viste de Prada (Frankel, 2006), la mamacita Anne Hathaway en el papel de
Selina Kyle: “Ven conmigo, ya no les debes nada a esta gente, ya les diste
todo, al final no te lo agradecerán…”. Esas palabras mil veces más románticas,
contrapunto del gesto infantil-sexoso de la hiperculerita de Miranda Tate
(preciosísima, multipremiadisíma, femme fatale, y, no muy bien elegida, Marion
Cotillard), que le hace a la naricita deforme de su Bane (Tom Hardy), es lo que
más se nos queda de la resort-movie del ya Don
Christopher Nolan, además de otras escenazas, que después voy a apuntar.
Como
la única forma de que un chingonazo como éste se pusiese al servicio de los
millones de Warner, era que junto con su otro chingonazo hermano, Jonathan
(famoso por ser el autor del cuento de donde se inspiraría Memento, segundo
largo metraje de Christopher), escribieran la historia final perteneciente a la
tercera parte junto con David S. Goyer; de ahí que les quedara tan bien. No iba
a ser trilogía, pero la lana manda (como no, 1000 millones de dólares
recaudados).
Si
existe una aplicación para el término “inspirada en caracteres del personaje
creado por…” este es justo el caso. Se lo agradecemos infinitamente a Nolan. A
contrapelo de esa ridícula enésima variación del arañazo man (Marc Webb, 2012),
este Batman es el que hubiese querido un Bill Singer (tristemente no reconocido como
co-autor) más que un Bob Kane: uno casi verosímil, si nos apegamos
a la premisa implícitamente postulada por Nolan de que ya estamos grandecitos para
creer en superhéroes.
Bueno,
aunque, como siempre me da hueva, lo tengo que hacer, así que a mal prisa darle
paso con la sinopsis: El retirado multimillonario Bruno Days (no confundir con
Máscara de Látex), purgando su autoexilio (de ya 8 años) a causa de la culpa
por la muerte del fiscal Harvey Dent (Aaron Eckhart), de pronto se ve
inmiscuido en la persecución de una ladronzuela de nombre Selina Kyle (Anne
Hatheway), quien se ha tomado el atrevimiento de llevarse una calca de sus
huellas digitales y de paso el collar de la Sra. Martha Wayne, la misma noche
en la que secuestra al rabo verde senador de Gotham (Brett Cullen) para usarlo
como borracho salvo conducto al momento de entregar las huellas dactilares al
socio del enemigo y accionista de la corporación Wayne, John Dagget (Ben
Mendelsohn), el cobardón oportunista Stryver (Burn Gorman), persecución que
terminará cuando el hombre murciélago (¡qué vintage se escucho eso!), se dé
cuenta que los despapayes de Bane tienen que ver con una planeada quiebra a su
corporación para que éste se apodere de una máquina propiedad de Wayne CO
(máquina que contó con el subsidio de Miranda Tate para fines de creación de
energía ecológica), que alberga en su seno un reactor nuclear que pondrá en
estado de sitio a ciudad Gótica (que terminará con todo y su tribunal del
pueblo presidido por el planfeto poca paja/Dr. Crane –Cillian Murphy-), ya que
el artífice de la máquina Dr. Pavel (Alon Aboutbol), le torcieron el cuello
frente a un estadio repleto mientras Baner anunciaba que ya se la llevó la
chingada a Gotham City, pues el único quien podía desactivarla era dicho científico.
¿Entons qué? ¿Quieres ir a la baticueva a ver al murciégalo?
Mientras
eso pasa, y después de que le dieran una madriza por Baner ante la mirada
arrepentida de la traicionera Selina, al pobre de Wayne lo encierran en una prisión
en oriente con el afán de carcomerlo psicológicamente hasta que “le den permiso
para matarse”, según palabras de Baner, quien ya se reveló como un exmiembro de
la Liga de las sombras que viene a cobrar venganza por su maestro Ra´s Al Ghul
(Liam Neeson).
Pero
no todo es lo que parece… con la ayuda de un cansado comisionado Gordon (el
cuadriflanders actorazo Gary Oldman) y el jovenazo poli ascendido a
investigador John Blake (Joseph Gordon-Levitt), y de los policías recién
rescatados del subsuelo en el que Baner los encerró, de una regenenamorada Selina,
de un siempre dispuesto Lucius Fox (Morgan Freeman), Batman logra identificar
la bomba de tiempo que se pasea por toda ciudad gótica en un camión incognito,
para luego enfrentar en un segundo round al forzudo Baner, a quien le rompe la máuser
al tiempo que Miranda Tate saca el cobre revelándose como Talia Al Ghul, hija
de su antiguo mentor.
El Güasón y Robin cara a cara (En 10 cosas que odio de tí. Junger, 1999).
Al
final de todo este culebrón de dos horas y media, la bomba es tirada por el “murciélago”
(Diríamos el “batiavión”) en la bahía de Ciudad Gótica creando un hongo atómico;
con su aparente muerte, Wayne dona parte de sus bienes a la beneficencia
pública, le da su haber de retiro a Alfred (Michael Caine) y le hereda la
baticueva a Robin John Blake; y, se va a vivir a Florencia Italia con la
mamacita de Anne Hathaway. Fin.
He
aquí 7 asuntos que me daban cierta picazón al momento de ver este churrazo con
relleno de chocolate:
1.- Es
absolutamente inverosímil (¡tratándose de una peli de superhéroes, por favor!)
que Mr. Wayne tenga ese desproporcionado sentimiento de culpa por un cabrón
como lo fue Harvey Dent.
2.- Aunque
ciertamente después del payaso siniestro que fue Heath Ledger, cualquier
supervillano es un payaso zurdo, por lo menos se hubiesen esforzado en hacer a
Baner la quinta esencia del chamuco demente, caótico, enigmático y oscuro. La
verdad es que está muy deslucido, demasiado claro, demasiado predecible,
demasiado musculo para la prueba mental que debió ser.
3.-
Tiene más química Michael Caine y Christian Bale, que éste y Marion Cotillard.
Sin duda ésta es de las actrices actuales más interesantes y prometedoras que
existe en el cine internacional, pero al momento de la juntura, como que le
hace falta algo. Compárese con la química deliciosa que hay entre la Hathaway y
Bale y se verá que la relación entre Miranda y Bruce es evidentemente increíble,
como que siempre sospechamos que esa vieja se trae algo entre manos, por lo que
le resta vuelta de tuerca al desenlace (el cual por cierto debió haber
terminado con una muerte más espectacular pues el sentimiento que tenemos al
final, respecto a Baner y Talia, es el de la conmiseración).
Wolverine y Batman en un dueto cubiletero (En the prestige. Nolan 2011).
4.- No
entendí muy bien que era lo que quería Alfred Pennyworth: o que su patroncito
saliera de las sombras y volviera a ser un hombre feliz haciendo lo que le
gusta, o que se casara y echara panza con todo y chamaquitos en algún lejano
lugar del mundo. De cualquier manera no fue más que un chantaje de viejo
chocho. ¿Moraleja?: no les hagas caso a los viejos pues vale más el ímpetu que
la experiencia.
5.- La
dichosa prisión tortura mentes, parecía más una suite presidencial que un lugar
lúgubre y pestilente que debió haber sido.
6.-
La secuencia explicativa del estado de sitio en el que entra Gothica me pareció
excesivamente breve, lo que crea cierta desproporción con el resto del
desarrollo y la sensación de exageración de la condición de estado de sitio que
supuestamente adoptó.
7.- Finalmente,
cosa nimia, trivial, infantiloide (como en realidad son todos los puntos anteriores dichos), pero que me daba picazón, fue el trabajo
digital a cargo de Double Negative. Si por lo menos no se iba a abusar de él
(muy poco, lo cual se agradece), en los lugares que sí iba a ser usado, se
debió de ponerle todos los kilos.
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