lunes, 6 de agosto de 2012

7 RAZONES PARA NO CREERSELA A "PODER Y TRAICIÓN"








Antes que nada una aclaración:
solamente me estoy enfocando en el asunto de la trama;
la película es de una factura impecable, correcta y dinámica,
un soberbio ejercicio de realización técnica.



Unas buffalo wings inexistentes, equipos de celular por plan de trabajo, clínicas primer mundistas de aborto, confusión entre pandas y castañas, y una frase célebre: “ganaba de todas formas: si trabajabas conmigo o si ya no trabajabas para ellos”, una prueba de sonido con discurso pendejete apantalla pendejos, y la cara impávida de un Ryan Gosling muy chafireteable (Drive, Refn 2011), del que nunca nos creemos como fan de la integra democracia proliberal protecnológica protochingonistica (¡Por Dios!, cada espécimen probable que tienen los gringos).

La técnica del blofeo (“si no existe la nota, es tu palabra contra la mía”), la inconsistencia de la inteligencia, la putería políticamente comprometedora, la enésima crítica blanda a la moral gringa, todo ello dirigido por ¡George Clooney! A lo Shakespeare (Julio César, 1599), queriéndonos envolver en la fastuosidad romana del Idus de Marzo (Desde luego que el título no nos dice nada sino hasta que se revisa la Wikipedia, así que hagánlo).
Tu cuoque fili? Sí papá por haberme comido el mandado

Aunque me da weba hacer la sinopsis la voy a hacer para que se den una idea de este churrito: La muy promesa de manager mercadologo político Stephen Meyers (Ryan Gosling) es un muchacho (ni tanto, la muy buenota interna de 20 años Moly -Evan Rachel Wood-, le adivina sus 30 años) que funge de subasesor de campaña del candidato a la presidencia (el mero bueno asesor es Paul Zara –Philip Seymour Hoffman-, perro viejo de colmillo honestamente cabrón) , el gobernador Mike Morris (George Clooney), se ve pronto entre la espada y la pared cuando una metida de pata propia y el conocimiento de una metida de pata ajena le hacen estar a un pelo de volverse el asesor más importante del hombre más poderoso de los Estados Unidos. Resulta que el señor candidato tiene cola que le pisen pues embarazó a la ya susodicha Moly, y ésta tuvo que practicarse un aborto con la lana de la caja chica de la casita de campaña que el encabronado, desilusionado, amante de meritorias y a punto de tomar venganza Stevie le proporcionó. Pues resulta que al chamaco lo corren por ceder a la tentación de recibir los elogios de un muy chingón Tom Duffy (Paul Giammatti ¡el mejor de todos ellos dicho sea de paso!), asesor de campaña del contrincante de Morris; y como Norteamérica nunca pierde, el chaval usa la información del desliz sexual del gober (y el ya triste suicidio de la joven), para, no solamente hacer que Morris ganara la máxima posibilidad de ser Presidente al aliarse con un cabrón diputable, sino que le quitara la chamba al pobre Paul Zara.

¿El final de la historia? No existe: queda en manos del espectador pues la peli cierra con un rostro en primer plano del eterno chafirete Gosling de quien no sabemos si hizo todo por vengar la vida de una muchacha de quien se enamoró o por su simple sed de poder y deseo de venganza.
The drive, del hotelito a la clínica de abortos.

Bueno, aquí va esto de lo que me incomodó al momento de ver esta peliculita dominguera:

1.- Nunca nos creemos que pueda existir un asesor de campañas electorales tan idealista.

2.- Carece de sentido que alguien tan inteligente como Meyers caiga en la trampa de Duffy, o peor: que no utilizara la situación de su coqueteo de éste para sacar ventaja del candidato Morris sobre Pullman.

3.- Por lo mismo, era desproporcional el arguende que hacía Zara entorno a la supuesta “infidelidad” que había hecho Meyers. Esas cosas no significan nada: el contrapunto de la articulista o columnista del Times (Marisa Tomei), sólo sirve para hacer grande lo que no es más que nada. Este punto es el que hizo que todo el demás cuento moral de Clooney (como lo calificó cierto reseñista por allá), me pareciera artificial.



4.- La actitud de la joven practicante Moly me parece inconsistente: ¿cómo alguien tan aquejada por un problema de embarazo no deseado y, peor aún, cuyo origen provenía de un desliz con el candidato a quien servía en su campaña iba a tener tiempo de ligarse al buenazo de Meyers?

5.- La actitud de Meyers es incomprensible: por más superficial que hubiese estado su relación con la meritoria, no sabemos si se molesta porque le comieron el mandado, porque la desilusionó la chica, su candidato o porque no es tan chingón como parecía. De cualquier forma la solución a ese acertijo pueda estar en el hecho de que todo idealista es intolerante y que no acepta que se le contradiga.

6.-De ninguna manera un experimentado político como Morris hubiese caído en la trampa de Meyers, que, dicho sea de paso, no tenía Nada más que su resentimiento (porque amor a la chica no lo era, lo que nos lleva a pensar en el lógico desenlace dejado al “aire”).

7.- No tengo nada más qué decir. Así que voy a terminar dando los aplausos al soberbio de Giammati quien se lleva la película. Corto pero consistente; los demás, pos bien…



FIN










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