jueves, 23 de agosto de 2012

6 DE MACISA Y UNA TORTA DE TAMAL A LOS JUEGOS DEL HAMBRE


 
 
 
Cuando le preguntaron a Suzanne Collins, la escritora del Best Seller Juegos del hambre, si conocía The Battle Royale de Koushon Takamy, se mostró sorprendida al enterarse que guardaba grandes similitudes su novela juvenil con la obra del escritor japonés. Pero, la neta, la obra de Takamy está más chingona, chequéense el dato.

Éste a su vez, tomaba elementos del Mito griego de Teseo y el Minotauro y de las pelis del tipo El señor de las moscas (Hook, 1990), que busca exponer la naturaleza humana en situaciones límite de supervivencia y de las post-apocalípticas (llamadas muy pomposamente “distópicas”) a lo Mad Max (Miller, 1979), Mundo acuático (Reynolds, 1995), Somos guerreros (Tamahori, 1994 –perdón, no es comparación sólo referencia) en donde escasea de todo menos de la consabida culerada humana.

Tanto Battle Royale como los Juegos del hambre guardan gran similitud con el Big Brother Orweliano, pero, ¡o desilusión! Sin la profundidad necesaria que…bueno, ya me adelanté, vayamos paso a paso.

Ya que nos vamos a petatear...pos, la neta no quiero morir virgen así que...
 
Resulta que en un futuro no muy lejano, la joven cazadora (¡de animales en peligro de extinción en un mundo post-apocalíptico!), la eterna Mariana que nos robó el suspiro (y una ligera picazón entre las piernas) en Lejos de la tierra quemada (Arriaga, 2011) y esa heroína postmoderna Ree Dolly en Lazos de sangre (Granik, 2010), Katniss Everdeen (la muy oscareable Jennifer Lawrence), se ofrece como “tributo” voluntario a fin de salvar a su hermanita lloricona Primrose (Willow Shields) de la muerte segura en los juegos anuales del hambre que se celebra en la capital de Panem, país con una extraña mezcla de Estado totalitario-hiperbigbrotheriano-talkshowero-seudoromano, seudo-neoliberalista y seudo sesos, en donde sólo hay un triunfador que sale con vida.
Oigan chitos y si mejor nos echamos Crepus.culo, esta ya me aburrió.
 
Pues resulta que un hombre y una mujer deben ir por parte de los 12 distritos que componen el país (división que reciben según el producto que laboralmente ofrecen), siendo Katniss y Peeta Mellark (Josh Hutcherson), los escogidos por el minero sector 12. Por cierto, a este último no le ha importado trascender su amor silencioso, pendejamente reprimido, ante las cámaras del gran concurso nacionalmente televisado hacia Katniss (quien termina enamorada de él), con el fin de ganar simpatías del público y de los patrocinadores del programa-juego quienes lograrán sacarlos de apuros cuando estén en el campo de lucha exponiendo su dulce idilio romántico superviviente a un guion lineal de autopista al que hay que estar atentos porque si no te duermes. (Coño, en vez de decir en la entrevista ante Caesar Flickerman (Stanley Tucci) “no creo que después de esto ella pueda saber que la amo”, debió haber dicho el mocoso: “porque si yo gano, ella pierde”).

Muy intimista al principio (cero tomas de conjunto y panorámicas), nos introduce a un drama donde no hay comida, existe una explotación infrahumana, un estado de enajenación mental (como dirían los posestructuralistas una “sociedad de control”) y un Lenny Kravitz que parece que en cualquier momento le va a preguntar al director si lo está haciendo bien. Pues la cosa va degenerando, de lo que pudo ser una buena crítica a la estupidez de los medios de diversión actuales, a un drama amoroso capacitado para ganarse la simpatía de miles de enajenados. ¿El mensaje de esta dominguera? El amor sobrevive a pesar de la dictadura de los ideales pendejos, del control de los poderosos, de la utopía de la sociedad feliz (Aldous Huxley). Y hasta dije mucho.
La huérfana buscando a quién despacharse
 
Mejor léanse el libro y de paso la segunda parte “En llamas”, y la tercera y última de la trilogía “Sinsajo”, para que se eviten la pena de seguir viendo de más pan con lo mismo.

Pues bien, aquí van mis tacos y mi torta pa que se les quiten las ganas de jugar al hambre:

1.- ¡Por Dios que en un mundo sin comida lo último que habría serían verdes bosques y grandes porciones de tierra vírgenes!

2.- Un Estado nacional socialista como Panem (et circenses nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra…etc.), con tantos años ejerciendo el poder mass-media, tuviese por ciudadanos convencidos del honor y privilegio de morir en un juego épico como los del Hambre, así como sería una gran tradición que en todos los sectores (no importando lo pobres que sean, si no, pregúntenles a los jamaiquinos y cubanos), existiera un entrenamiento acabado para evitar el sacrificio de quienes no están aptos para el juego, poseyendo la forma del tributo voluntario. Nada más de ver esa inconsistencia se me aguó toda la película.

3.- Está de más la brutalidad político moral del presidente Snow (Donald Sutherland), particularmente porque contrasta con la novata actitud del director del show Seneca Crane (Wes Bentley), de quien nos preguntamos cómo rayos llegó a ser el mero picudo del programa si está evidentemente en pañales.
Oye...y si para aliviar mi instinto asesino por naturaleza me cantas esa la de esto no se acaba hasta que no se acaba y si no se acaba es porque no se acabó...
 

4.- En el afán porque los personajes nos resultaran cercanos, quedan anacrónicos. Piénsese por ejemplo en la actitud que asumirían los guerreros romanos o griegos a quienes pretenden emular estos guerreros del fin del mundo: pues nos vienen quedando enanos, demasiado blandos y civilizados, comparados con la brutalidad, la consciencia de sacrificio propiciatorio, la bizarra lucha contra una fatalidad, la pasión por la gloria bélica que debió de operar en las almas de guerreros sobrevivientes.

5.- Pesa demasiado el hecho de que la escritora de la novela haya participado en el guion: se afana en la trama dejando a lado el lenguaje cinematográfico que necesita ese mundo post-apocalíptico. Una fotografía demasiado diáfana, y un relato lineal, acusan la prisa por contar sin imágenes una historia que, aunque en sí es buena, empobrece los recursos fílmicos con los que se pudo haber contado. Esto es un claro ejemplo de que la literatura es la literatura y el cine es el cine y no deben ser confundidas las premisas de cada una de sus formas de expresión particular.

6.- Casi toda la película se apoya en las actuaciones del cabronazo, como siempre soberbio de Woody Harelson (el personaje es Haymitch Abernathy) y de, of cours, mi recién hada de los sueños Jennifer Lawrence, lo que deja a los demás como que bailando un tango en el vacío, cosa que le resta profundidad a sus personajes y al relieve general de la peli.
La neta, ¿si o no sobresale de entre la multitud esta werca?
 
7.- Y la torta de tamal… pues, ya la neta, el hecho de que a lo mejor ese día estaba muy cansado y como que me dio sueño. No logró atrapar mi atención na más que para el hecho de destrozarla en esta semblanza. Lo más rescatable de este churrazo, es, además de Harelson, chingonazo como siempre, pues es la mamacita de todos los sueños de a dos manos, Jennifer Lawrence…y diciendo esto me dispongo a ir a dormir. God Night y FIN.

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario