viernes, 3 de agosto de 2012

LA INCOMUNICABLE SOLEDAD




¿Qué tanto trastoca nuestra visión de la realidad las redes sociales?

De entrada: las relaciones humanas en trato directo, ya tienen de por sí una situación complicada, la situación del “medio” o hecho de la intervención de algo ajeno a quienes se comunican, termina por volver aún más complejo lo que, sólo por milagro, puede volver a todo, coherente y entendible.

Claro, parto del supuesto de que existe algo como la comunicación. Si se pone en duda la existencia de esto pues, lo que sigue a continuación, no tendría ningún sentido.




Gorgias: “Nada existe, y si existiera no podríamos conocerlo, y si podríamos conocerlo, no podríamos hablar de ello” (palabras más o menos).                                             

¿Existe la otra persona que está del otro lado de la pantalla? Semejante pregunta era similar en los autores de libros: ¿Quién me leerá?, ¿quién podrá entender lo que intento expresar –muy hermoso, por otro lado- y quizás no consiga? Las bibliotecas son cementerios de estas interrogantes. Los bloggs abandonados, igual que los tweets o estados en el muro que nadie leerá. No he conocido manifestación de la soledad tan descarnada.

Un grito de auxilio, un susurro que solamente en nuestro interior cobra real sentido. Se debería aprender a leer la desesperación. Dice Camus que lo que desencadena el suicidio pudo haber sido “la indiferencia con la cual le contestamos al amigo en aquella vez”…Definitiva tosquedad inconsciente. Si existe algún milagro en el arte de hacerse entender, eso pertenece a…lo divino, no a lo humano. La poesía de la música es inigualable.



Por mi parte, todo me parece triste, y todo lo que es, respira, siente el olor a tristeza, implica rozar el nivel siguiente a la existencia humana. Esa es mi verdad, inquebrantable.
Por eso, ante cada casa abandonada, muro roto, coche huerfáno, cementerio o biblioteca, respiro el olor a las manifestaciones feisbuqueras, twiteras y, sobre todo, de los bloggs: Indican lo tan solos que estamos, lo tan inquebrantable que es la imposibilidad de salir de uno mismo.
Con todo...¿Quién cómo Ana nos puede hablar del horror de morir sin saber que todo lo hermoso jamás podrá ser dicho?



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