martes, 24 de julio de 2012

ADÁN Y EVA



He aquí lo que el profano entre blasfemos ha dicho acerca de las putas:


“…pero aquella liberación (a la que le condujo la asimilación de la filosofía de Otto Weininger) me arrojaría a una superstición que él condenaba, puesto que caí en ese Romantik der Prostitution incomprensible para la gente seria, y que es una especialidad del Este y del Sudeste de Europa. En cualquier caso, mi vida de estudiante se desarrollo bajo el encanto de la Puta, a la sombra de su degradación protectora y calurosa e incluso maternal. Weininger, proporcionándome las razones filosóficas de execrar a la mujer “honesta”, me curó del “amor” durante el período más orgulloso y frenético de mi vida…” (Cioran 1982).


Pero existe otra forma de purgar la locura, de esa que contempla a la mujer con pasmo, con admiración, con asco, con idolatría, con todos los sentimientos más contradictorios que corazón alguno pueda albergar.


En mi mente desfila el corazón de Baudeleire, acosado por la mujer de sociedad y la que no lo era tanto. Como sea, tenía que advertir los extremos que abarcaba el registro de su sensibilidad, una que solamente podía estar cerca de la flor y de la carroña.

Charles Baudelaire

Et pourtant vous serez semblable à cette ordure,


À cette horrible infection,


Étoile de mes yeux, soleil de ma nature,


Vous, mon ange et ma passion




Oui! Telle vous serez, ô la reine des grâces,


Après les derniers sacrements,


Quand vous irez, sous l'herbe et les floraisons grasses.


Moisir parmi les ossements.


En otro lugar dice: “Qu'est-ce que l'amour? Le besoin de sortir de soi. L'homme est un animal adorateur. Adorer c'est se sacrifier et se prostituer. Aussi tout amour est prostitution”. “ La volupté unique et suprême de l'amour gît dans la certitude de faire le mal. Et l'homme et la femme savent de naissance que dans le mal se trouve toute volupté”. Es innecesario decir que su evidente contradicción, contrahechura y símbolo inequivoco de ambigüedad sexual, se debe a una dependencia física y a un repudio espiritual de la mujer expresado en la contaminación de un mal venereo y el amor que sentía hacia su propia madre. Pero dejemos a este loco con sus poemas infinitos haciendo metafísica de la voluptuosidad.

Edgar Degas, prostitución



En lo particular me he vuelto famoso por mi desconcierto ante la mujer. No convengo más que con mis preferencias acerca del miedo y la fascinación que me provocan.  Y esto, por contradictorio que pueda parecer, me vuelve un amante incondicional y un ser que pareciera nació para amar a alguien. Y esto último es lo relevante: a la mujer concreta, de carne y hueso, absolutamente cierta e imperfecta, víctima del escarnio de su propio instinto y del mote que el hombre le rotula debido a la incomprensión de su forma de sexualidad.


Es un asunto cultural, en el fondo; la naturaleza es, hasta cierto punto, irrelevante. No me parece, al contrario de Weininger, que la mujer normal se ubique en el intervalo de la puta y la madre, puesto esto no proviene más que del contexto cultural contingente, accesorio y trivial.


No puedo, por tanto ignorar la complejidad de la mujer, su mentira inherente dada la miseria del varón, su pobrediablismo, su donjuanismo abortado, en suma, su castración caballeril.
Don Juan y el Comendador

En mi humilde opinión, considero que no se puede hablar de la mujer como tema lírico (literario que es lo mismo que filosófico), sin hablar de esa otra figura rídicula que es la pretención del hombre: el conquistador. Son dos caras de la misma moneda.

 Si queréis comprender todo ese galimatías de la guerra de los sexos, del "sexo y el carácter", de los roles culturales y el género, del feminismo y de su contrario (lo que sea), de la misoginía, o de más cosas parecidas, pues tenéis que tomar en cuenta esas caricaturas que distan mucho de ser ciertas: la del seductor y el de la furcia.

Finalmente, no me queda más que decir que todo este disparate que tenéis como ensayo, pues me ha parecido de más cuando se trata de vivir dulcemente enamorado de una mujer hermosa, que nos adora y que nos cobija.

Adán y Eva, Gustav Klimt


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