miércoles, 4 de julio de 2012

PEÑA NIETO: EL MEGABOT DE LA PREHISTORIA






La compra del voto siempre forma parte de los riesgos de la democracia. Sin duda hubieron mecanismos de fraude, pero son insuficientes para tapar un triunfo contundente que debió de haber enfrentado a la corrupción de aquél: México mayoritario no quiere el cambio. ¿Por qué se espantan? somos un país tercermundista no por desgracia o maldición, sino porque así lo hemos querido.

Desde siempre se ha tenido un odio milenario hacia sí mismo: superar un trauma  personal puede tomar muchos años, y con mucho esfuerzo. Superar un trauma nacional (su mestizaje, la violación europea), además del tiempo, puede tomar un largo proceso de instrumentación del diálogo, del consenso que nos permita vislumbrar un futuro en donde la injusticia social sea menos.

Peña Nieto no es un individuo, lo que valga como persona humana es genérico; se trata de un símbolo: el de la esclavitud de la ignorancia.



El internet ha sido el arma del siglo XXI a favor de las causas marginadas. Ha transparentado la distorsión consustancial de los medios masivos de comunicación, o, mejor dicho, de los medios que forman al hombre masa. Los sesgos, la perdida de fidelidad de los datos de la realidad, es un tema epistemológico tan viejo como Dios; lo que es nuevo es que la democracia (en su noción, tal y como la conocemos el día de hoy) está siendo superada por la sociedad del conocimiento, la que cuida a la sociedad de la ignorancia.

Este cuidado se manifiesta en la movilización de las clases medias que tienen acceso a los medios de comunicación no tradicionales. Pero son una porciúncula, y la estructura de la corrupción en México se remonta hasta su fundación: Hernán Cortéz para tener una autoridad superior de la que le otorgó la Corona española, funda el municipio de la Veracruz y se autonombra su presidente.

No tiene mucho sentido encabronarse sino es para meditar sobre qué putas es lo que está pasando.



Ya somos, de hecho, el hazmerreír del mundo: somos la autoparodia de una ridícula dictadura que se envanece de su victoria sobre un país cadavérico. Y muerte significa lo definitivo: igual que la verdad. Creo en la democracia porque es una forma de no caer en el error de la verdad: la verdadera educación consiste en otorgar los medios para una renovación continuada de la realidad. Esto es, ser críticos, ser nuestros más acérrimos rivales. Pero esto, por incapacidad o fatalidad, la mayoría no lo entiende: la democracia sirve a condición de que las opciones dadas sean las más convenientes.

Creo que cada persona tiene una personalidad propia; pero también creo que una persona instruida disfruta más de la vida porque es capaz de resolver los problemas que se le presentan tanto a él como a quienes le rodean.

Nunca se ha tratado de dinero, en realidad, sino de educación. Siempre el objetivo del hombre ha sido ser, no tener. Yo no pido a un presidente culto, sino por lo menos educado. Peña Nieto quizás recibió instrucción académica, pero no educación. ¿Quiero a un ciudadano promedio tal y cómo es mi presidente? Me interesa su estatura moral, sus ideales. En realidad, no me refiero al individuo "Peña Nieto" si no a toda la maquinaria que lo hace moverse y funcionar. Peña es un bot de los parásitos de este país.

Pienso que la política no sirve de mucho. Pero no me imagino viviendo en la Edad Media o en el Ancient Regime: mi espíritu iconoclasta, declaradamente nihilista no aguantaría ni un sólo día. Me gusta la idea de poder platicar con la gente sin que ésta piense que eres un loco porque no crees en Dios o porque reniegas de tus autoridades políticas. Es decir, me gusta la idea de un pueblo tolerante, capaz de seducirse a sí mismo.

Si se trata de defender ese estado de las cosas en donde se me permita expresar lo que considero lo más valioso de la vida, tienen mis manos, mis pies y mi coraje, porque, aunque sea el negador más grande de este país, no permito que se me niegue el derecho a ser disidente.

Finalmente, sea lo que pase, a partir de hoy inicia una etapa histórica en México que va a ser definitiva: empezamos una pubertad democrática que va a estar llena de perplejidades y fracasos, de conflictos y desiluciones, pero, esperemos por el bien del país, que sirva para llegar a una adolescencia en dónde se defina la orientación vocacional de un país desgraciado.



















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