lunes, 3 de octubre de 2011

IV PLÁTICA, SOBRE LA REENCARNACIÓN







sin duda es representada por alguna filosofía, o una forma de pensamiento. La filosofía como tal…no sé si exista en estos tiempos…los filósofos actuales se encargan de la crítica de las ciencias o de…ir desatando problemas lingüísticos…además…la gente no parece estar muy interesada en estos temas como no sea para su vida practica…por eso el budismo a muchos ha encantado…se trata de prácticas no de creencias…esto es decisivo, de ahí que a las personas no muy analíticas les resulte atractivo…

Pero me parece que esto tiene sus límites, por no decir que me resulta a primera vista falso. No hay ninguna actuación del ser humano que no tenga como base, o haya tenido como base, la confección de un pensamiento, y claro, con esto entiendo la expresión de un juicio o silogismo…hablo de palabras, de expresiones lingüísticas que pueden claramente ser analizadas.

Esto debe estar muy claro porque es a partir de este conocimiento que puedo yo aseverar tajantemente que el budismo es superior al cristianismo. Bueno aquí hay mucho que decir al respecto que se podría escribir un libro de muchos tomos. Pero, daré un ejemplo a medida de botón. Un sector del cristianismo asevera, cuando se les increpa por la inconsistencia bíblica frente a los planteamientos de la evolución, que las sagradas escrituras no es un libro de ciencias y que, por lo tanto, no puede ni afirma nada respecto a lo dicho por la ciencia. Pues esto, de entrada me resulta incomprensible. Aunque lo único que sí me queda claro, junto con el hecho de que al cristianismo lo que menos le debiera importar es la historicidad de Jesucristo, es que no importa el grado de confrontación que las verdades bíblicas tengan con las ciencias, es claro que a la gente no le interesan los resultados de dicha confrontación. Al budismo, por el contrario, no solamente no choca con la ciencia sino que diversos de sus postulados fueron dichos mucho antes que las ciencias. La cuestión de la materia y su composición, el comportamiento del espacio físico, el fluido energético de la termodinámica, la lógica positivista del lenguaje…en fin, una serie de conocimientos que hacen posible, incluso, que el pensamiento budista sea la semilla de toda forma de pensamiento crítico, es decir, científico.

Me parece que el dogma frena al espíritu humano, no lo deja ser libre. Se dice que estar en una verdad es ser libre, pero esto yo sí puedo entenderlo como cierto en la medida en la que para mi vida practica resulta verdad. Verdad es que necesito del pan y del agua para sobrevivir. Que tengo que trabajar, hacer un jornal para poder vivir. No hay más. Pero en las situaciones que se levantan por encima de lo material, es claro que nada es necesario, que no hay ninguna forma de expresión humana, es decir, racional, que no conozca sus límites y ponga toda su fuerza en desentrañar el terreno delimitado.

Si ustedes habrán leído alguna vez algún artículo o texto relacionado con la termodinámica, se darán cuenta que esto del tránsito que implica el Samsara o la impermanencia, da cuenta de la ciencia que se encarga de la energía…del movimiento y la forma en la que los sistemas tienden al equilibrio, que toda forma material expresa su vida a través de esta serie de procesos. Sin embargo la energía de la que se encarga la termodinámica no está relacionada con procesos cinéticos, es decir, con aquellos que necesitan del tiempo para su desarrollo, sino que la producción energética termodinámica es entrópica, se da en relación a parámetros internos tales como el campo magnético, el volumen, presión, polarización etc., esto nos quiere decir que la circunstancia del tiempo le es indiferente a la presencia total de la materia que se procesa en determinado momento. Este punto “cero”, es en realidad la primera ley de la termodinámica, pero como fue descubierto posteriormente, se denomina “CERO”… de la cual se desarrollan las posteriores y que nos sirve para ejemplificar que una energía en sí misma valida, puede transitar en un campo por completo diferente expresando movimientos de fluido energético. Desde luego esto es de manera bastante torpe dicho porque no domino plenamente los asuntos que implica…esto de la termodinámica. Pero me parece que cumple con lo dicho por el budismo acerca de que lo presente, además de poseer unas condiciones infinitamente microscópicas, es una realidad absolutamente dada, es decir, carente de las categorías del pensamiento como el espacio y el tiempo…o mejor dicho, ya que estamos haciendo uso un poco de la teoría kantiana del conocimiento, de las “intuiciones puras” del tiempo y el espacio.

La segunda ley de la termodinámica que establece que un fluido energético que pasa de un lugar a otro posee una pérdida de energía, establece que forzosamente toda chispa vital va dejando a su paso fragmentos de sí hasta finalmente llegar a una integración total con el medio circundante. Otra forma de expresar esto es observando que una materia fría no le puede transmitir su calor a una caliente, demostrando con ello que el universo es un sistema aislado en donde la entropía no disminuye pues no permite que las moléculas frías y las calientes resulten separadas logrando que la energía positiva, es decir el calor, disminuya su energía al ser contagiada por la negativa, haciendo decrecer la energía, es decir, destruyendo por completo una forma de materia dentro del proceso aislado del universo. Esto significaría un colapso (de ser real esto del demonio de Maxwell), pues desequilibraría por completo el ciclo energético.

¿Les parece familiar? Si esto lo hubiesen sabido los “científicos” medievales que buscaban el instrumento creador del movimiento perpetuo, no se hubiesen dedicado más que a la confección de juguetes. El pensamiento budista sabía que la transición,  forzosamente implicaba desgaste de energía.

Bueno, hay que aclarar que estas leyes, o principios, en el caso de la tercera “ley”, funcionan dependiendo del sistema en el cual se desarrolle. Por ejemplo, se dice que el universo al ser un sistema aislado, su ecuación representativa del ciclo de energía es igual a cero, es decir, no entra ni sale energía sino que siempre se preserva la misma. Un reloj de cuerda para poder funcionar precisa de que el movimiento de una muñeca o de una mano le transfiera energía (sistema cerrado)…un motor de combustión…pos igual ocurre…emite gases porque sirve de transición entre una forma de energía (hidrocarburo), y otra que es el dióxido de carbono y no sé cuántas sustancias nocivas más (sistema abierto)…Así, me parece claro que el universo bien pudiera haber sido creado ayer, como dijo Wittgenstein…o Russell…no estoy muy seguro de cuál de los dos…aunque es también probable que los dos lo hayan dicho o que ninguno…y hubiese sido creado ayer porque lo que llamamos “inicio” no es más que una forma de llamar a la transición perpetua que ocurre de manera cíclica, por lo que no forzosamente existe un algo que le dote de fuerza originaria al universo. No somos relojes de cuerda como supondría Leibniz, sino que somos un sistema aislado provisto de energía que no se relaciona con el tiempo, y que no tiene contacto más que consigo mismo. La visión de que el universo va desgastando su energía, es decir, que la ley principal de la termodinámica de la conservación de la energía es falsa, nos llevaría a concebir algo así como el final de universo. Esto es apocalíptico. No se puede escapar del ciclo de la energía, la ley de la termodinámica lo señala. No vayamos a creer…bueno, es un chiste…como decía Cri-cri, que si Arquímedes se equivoca el barco deja de flotar y entonces se hunde…La termodinámica es una ciencia fenomenológica, es decir, no sirve más que para dar cuenta de los procesos de la energía.

No, la verdad es que de no ser cierto dicho principio, pues simplemente estaríamos en la nada, es decir, muertos, porque, ya sea que haya demasiada energía creándose, o ya muy poca por haberse gastado, este universo sería absolutamente inexistente…cosa que quizás pueda ser cierta…

La situación del calor, del frío, de los estados de la materia respecto a su energía y la forma en la que esta transita a través de diversos cuerpos, la entropía nos dice la dirección en la cual la energía va. La fuerza gravitacional es el resultado del volumen de una masa y de manera cinética crea el efecto del tiempo, de relación causal…pues…los objetos de estudio de la termodinámica expresan una situación de degradación de la materia en donde solamente reinan categorías energéticas con total independencia de lo que llamamos “tiempo”. Otra cosa, como por ejemplo sistemas de energía microscópico (puesto que la termodinámica es una enunciación de un sistema macro), como el atómico, que se desarrolla a nivel de la física, poseerá sus propios mecanismos en las que se pondrán de relieve el espejismo que es la noción de “espacio”.

La historia, luego  entonces, no es más que un trauma, como dirían los psicoanalistas, y toda noción de tiempo, una gran ilusión para desviarnos de la plenitud del presente el que, en realidad, es la única presencia valida.

Otro ejemplo: La termodinámica a nivel cuántico expresa la “justicia” en la cual un elemento energético ocupa el lugar del otro dada la cadena del ciclo energético. Esto es el Karma. Una forma de retribución muy compleja en la que al dejarse escapar determinadas cantidades de energía, o al dejarse influir por otras, el cuerpo lo reciente, ya sea optimizándolo o reduciéndolo a una forma desprovista de continuidad energética.

Bueno, creo que me extendí demasiado sobre estos temas, que, por cierto, luego los retomaremos de mejor manera…

Para terminar con el Samsara que es lo que vimos ayer, diremos de él que se puede resumir su…esencia, en que se trata de un no-lugar, de un, utilizando una metáfora, de un pasillo largo que no lleva a ningún cuarto.

Este carácter debiera ser semejante a la anti-creación, al proceso contrario que enseña el Génesis bíblico y que hace referencia a la creación (o recreación en el caso del hombre que motea a todas las cosas del mundo) de las cosas por medio de la palabra. El budismo señala que la palabra no crea ninguna forma de existencia sino que desnuda su apariencia, la deja sin sustancia, la esfuma. Una palabra tiene por finalidad desaparecer lo que nombra pues, evidentemente, lo que nombra no existe en el plano concreto. Mencionar algo no es referirnos a lo nombrado, sino referirnos en un contexto a la significatividad que ello tiene en nuestra vida. Toda palabra es funcional y una vez sirve para nuestros fines, deja de estar. Es semejante a una bala que, en la medida en la que es más veloz, es decir, transita de un lugar a otro, más cumple su función de matar. La palabra es funcional, ya sea como expresión del espíritu o como herramienta técnica para sugerir una solución  en el plano practico. No sé si me explico…el hombre al nombrar descrea y así, como señala un poema de Octavio Paz, lo nombrado se evapora y así resulta recaer, desnudar su verdadero ser: la inexistencia.

Si los estructuralistas tenían razón y toda la realidad está vinculada con el lenguaje, entonces, al aplicar este principio, todo resulta irreal.

Esta inexistencia, su misma constitución, procede de un error, de un terrible error: la creación, por así llamarle, de la materia, o lo que es su expresión transitoria (a nivel macro): la energía. Este ciclo de calentamiento y enfriamiento, de revoluciones físicas, es el gran dilema del espíritu humano. No se crea que es privativo del pensamiento esto de que caemos en espiral al fondo de un abismo interminable…es cuestión de fondo, es el quid del asunto, es el “gran problema”, y ello procede desde su misma fuente física. Un universo aislado, como ya vimos, está condenado a cumplir eternamente su castigo: el de hacer las cosas sin ningún sentido. Esta metáfora de Albert Camus, entonces no está del todo errada. Sostiene que solo la dignidad humana, el valor de asumir la carga de ese castigo, lo vuelve libre, lo vuelve hacia la realidad de las cosas y lo corona con el galardón de no haber escamoteado la nada que tiene enfrente.

Es claro que la vida carece de sentido, es decir, tiene un sentido en sí misma, no va en pos de nada, de ninguna forma de bien o de mal, no puede, está imposibilitada para correr tras de algo: es como si se mordiera la cola, como si masticara su lengua para satisfacer su hambre. Si el universo fuera tras de algo, ello significaría que… algo así como el motor inmóvil, si existiese, ese que pronunció Aristóteles y que hace referencia a que el universo es un sistema cerrado de energía, el que su fuerza procede de otro lado, pues tendríamos un fin distinto que el de sí mismo. Este orgullo de hacer las cosas porque así lo queremos, totalmente independiente de que la vida tenga un sentido o no, ya sea porque una fuerza superior así lo quiso, o por otras quimeras, lo cierto es que es de índole Nietzscheana. Este pensamiento, el de Nietzsche, es el coco de muchos de nosotros, pues asume que lo único que posee el hombre para vivir, es el deseo, la fuerza de la voluntad que, claro, tiene por finalidad a los valores. ¿Qué son los valores? Pues está forma de aferrarse al sentido que les otorgamos a las cosas. Pero esto no lo es todo, realmente los valores no son más que ideales, no existen más que en el alma del hombre, en sus sentimientos por no dejarse vencer. No digo que no deba ser así porque de hecho así es, por lo que huelga decir que debería ocurrir. Con esto también quiero decir lo que ya había dicho antes, y que quiero repetir, no es que uno se desprenda por completo de las cosas sino que, debe actuar sabiendo que todo es transitorio, impermanente, que tanto uno como otro no es necesario, que nadie le transfiere oxígeno a otro para sobrevivir.

El hombre debería buscar su razón de ser en otra parte. En algo que no alcanza a articular, que sobrepasa la capacidad de las palabras. Bueno, me dirán que esto suena demasiado religioso. Puede que sí, pero no estoy inventando nada, no estoy colocándolos en una situación antinatural.

Me parece que una visión distinta a que la vida es amarga tiene por fuente, como base, como background, una condición de cosas inconsistentes. La más de ellas parte de la idea de que todo cuanto pudo ser creado es bueno. Desde luego que el concepto de creado habla de un creador y que éste al ser superior debió haberlo hecho con todas las ventajas que una creación buena pueda tener. Pues bien, yo  no veo por ningún lado la necesidad de que este mundo sea creado. Perfectamente bien pudo tener un origen caótico y caprichoso. Lo que le llaman diseño inteligente no es más que la expresión de la necesidad de que las cosas supervivan. No hay más. Las cosas son así porque han logrado adaptarse…el pez tiene branquias porque está en el agua y le era necesario tenerlas… si despedimos dióxido de carbono y las plantas oxigeno realizando un intercambio, pues era necesario que los animales y plantas interactuaran de una manera simbiótica. Todo es una expresión de la necesidad de los organismos, no de un diseño creado ad hoc para determinadas condicionantes.

Los equilibrios de los elementos que componen el universo son infinitos y llegan hasta donde la ciencia y la tecnología, e incluso la teología no han podido llegar. Esto es claro; sin embargo no hay relación causal necesaria entre una ignorancia y la explicación de la existencia de un Dios. Bueno, digo esto tratándose del concepto de creador. Más aún, puede que haya ese creador y que lo creado sea absolutamente torpe. La idea de un creador no me remite forzosamente a la idea de que lo creado sea perfecto. No sé de dónde viene esa idea. Se me ocurre que decimos eso nada más para no sentirnos mal con nosotros mismos. Me parece que un Dios así, ese demiurgo griego, pues tiene un lugar no muy importante en el mundo, hasta tal punto que pasa desapercibido y nunca le hemos de citar más que en las mentadas de madre, en esos momentos en los que el hombre maldice su existencia.

A mí me parece, como quiere el budismo, que no existe ni lo creado ni lo increado, solamente una presencia que exige ser dejada atrás. La idea de un mundo perfecto bien puede ser cierta, pero no de eso se trata…

Para poder entender mejor esto…es como esto de que el budismo es ateo. No, el budismo no es ateo… ¿cómo?, entonces ¿es deísta o teísta? No, tampoco…en estos niveles ustedes estarán pensando de quien contesta esta preguntas, pues de que se trata de un disparate, de alguien que nos quiere tomar el pelo. Pero no es así. En realidad, como ya lo había dicho antes, el discurso o concepto de algo semejante a Dios, pues simplemente no existe en el budismo. Las versiones de un budismo más allá, u otros que, a mi manera de ver no encajan mucho con la esencia del budismo, pues aluden a cierta forma de deidad pero que por más, por mucho, dista mucho de ser como la concebida por los judíos.

El budismo entonces, tal y como establecía el Madhiamika, no es ni “no”, ni “sí”, no es más que un resonante, profundo y devastador silencio.

La cuestión entonces es que, no hay cuestión. Parecerá muy insípido, pero no es así. Insípido es ni siquiera percatarse de si hay o no cuestión. Esto es simple, es la materia de aire de la que está hecho el aire que cargan los pobres de espíritu.

Bueno, habiendo dicho de esto algo que bien pudo ser mucho o casi nada, iniciaré con el tema siguiente que nos ocupa…que es el…permítanme nada más un momento…por aquí lo tenía entre estos papeles…



4.- LA REENCARNACIÓN, METEMPSICOSIS O TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS



Toca el tema a este tópico que quizás sea el más ridiculizado y, ¿escarnecido?...de todos los temas referentes al budismo. Todo mundo en el mundo judeocristiano, claro está, les resulta cosa de locos esto de reencarnar. Y cuando alguien occidental asevera creer en ello, pues es visto como alguien extravagante.

Yo, de entrada quiero decir que me parece el peor entendido de los conceptos budistas. Al respecto empezaré con algo que espero no les cause mucho aburrimiento: asuntos de índole de la energía y de la visión de la ciencia respecto de la memoria del hombre, del contenido humano que escapa cuando la gente muere.

Lo primero que observamos respecto del aspecto físico del hombre (que creo en realidad que es el único que existe, es decir, que es la única forma de definir una experiencia respecto al “yo”), es que este nunca es el mismo pues constantemente, ya sea a mediano o a largo plazo, sus células se desgastan y son sustituidas por otras a través de los procesos de nutrición y del metabolismo. Pues esto que observamos, les decía, en que no sobrevive del ser humano más que la memoria y que todo él, no es más que una nueva versión del organismo que fue ayer. Esto es definitivo, es claro que al estar constituidos prácticamente de agua, y al cumplir ésta su ciclo en nosotros, pues no somos más que un momento de paso dentro de la gran cadena biológica que es la expresión toda de la naturaleza. Esto conlleva al hecho de que la unidad psicobiológica del ser humano es una forma de entender al sujeto humano.

Si partimos de esto, es claro que una vez disueltos los elementos que nos componen, pues se acaba cualquier forma de memoria, que es todo cuánto se posee del llamado “yo”.

Pero el “yo” no solamente consiste en la creación de hábitos a partir de una experiencia individual, sino que…si no que hay otra parte de esa llamada alma que no es enteramente individual, propio de cada persona, resultado por completo de las vicisitudes de nuestra vida. Claro está, hablo de la presencia de la información genética que sobrevive a través de muchas vidas de muchos individuos. Ahora bien ¿qué tanto de esta parte del ser forma parte de nosotros? Parece ser que su presencia se mezcla de manera tenue con lo que llamaríamos “individualidad” hasta tal grado que no puede ser concebida la una sin la otra. Hasta tal punto es esto así que fácilmente podemos observar las similitudes extraordinarias de familia, particularmente en lo que hace a la línea directa. De padre a hijo, del abuelo a los nietos, se tratan incluso de “personalidades” muy similares. Ante esto yo me pregunto, o quisiera que ustedes se preguntaran ¿es realmente improbable que mis antepasados sigan viviendo en mi de una forma consciente?, es decir, que esté viviendo sus vidas, o lo que es lo mismo, que ellos estén viviendo la mía, que estén viviendo en mí.

Esto es claro si analizamos males como el alzhéimer, la amnesia o lesiones cerebrales en donde a pesar de ser suprimido la persona, sobrevive en él los vestigios de una entidad, por decirlo de alguna forma, que sigue siendo él mismo. No nos resulta muy claro esto en virtud de que queremos a toda costa preservar nuestra persona. Sin embargo, por otro lado yo acepto de que no puede ser así y que, incluso, es bueno que el hombre pierda una parte de sí para que así pueda continuar adelante. Cuántas veces no hemos dicho “quisiera olvidarme por completo de esto”, “quisiera matar el recuerdo de esto otro tanto que me hostiga? Etc. Independientemente de si este miedo a la muerte proviene de un antiquísimo miedo bélico de supervivencia, lo cierto es que el orgullo del hombre no le permite la idea de desaparición total. Le parece tonto que habiendo hecho tanto, habiendo sido tan bueno o tan malo, tan genial o tan mediocre, tenga que desaparecer. Es como aquello de Carl Sagan…aquello de que si no hay vida en otro lugar del espacio sideral, pues sería un gran desperdicio de espacio. Pero bueno, eso es una broma, una “vacilada” como dirían coloquialmente (y es apropiado ya que estamos en un coloquio), ya que la presencia del universo no se mide con razones de “aprovechamiento de un espacio”, como si se tratara de la cajonera de los calcetines. No, la existencia del hombre le exige, como toda ilusión, aferrarse a la individualidad.

Yo pienso que esto es un error, que no es necesario, e incluso, permítaseme la enormidad, no es bueno que el hombre siga con su propia forma de ser. He pensado en que es bueno ir dejando poco a poco todas esas cosas que nos afligen y nos hacen ser lo que somos. El budismo te dice: “¿te duele la espalda?...pues bien te daré un masaje…¿te duele el recuerdo?...pues olvida”. Cumple el mismo sentido. Es práctico, no se nos dice nada más. ¿Para qué discutir?, ¿Para qué querer demostrar que alguien sabe más que el otro, que tenemos un tema realmente digno de preocupación? Lo que es preocupable es, en realidad, debe ser, aquello de lo cual es imposible ocuparnos. Pues les decía que es bueno que todo cuánto somos lo fuésemos dejando atrás. Y aún más: nuestras mismas aspiraciones ay que abandonarlas, de tal forma que no tengamos ante nosotros nada más que este punto en donde podemos abrir los abatidores de la puerta y entrar en ella, penetrar la extensión del tiempo y quedarnos en ese punto suspendidos, echando a un lado pasado y futuro. Sí, es como esto de abrir una ventana de par en par, se dice, de olvidar que existen los flancos, los extremos de una realidad.

No sé ustedes pero las cosas me parecen en su lugar en la medida en la que no nos percibimos. Como el asunto de Dios dentro del discurso budista, no es que el adepto al budismo practique la humildad (de humus: tierra), haciéndose menos, tomando el lugar de una servidumbre, sino que simplemente no se percibe, no se valora. Cuando alguien dice de otra persona “mira no tiene dignidad, no se valora a sí mismo”, lo que en realidad se quiere decir es que la valoración que se hace a sí mismo es poca, que él mismo se da un lugar de baratija. Ahora bien, la conducta espiritual debida es la total ignorancia de los modos de juzgar, de criticar. Eso es no valorarse: no tomarse en cuenta, con todo y que quien lo hace sea un ser supremo. Pero esto de ser un rey o alguien de mucha prominencia pues no es muy agradable porque se nos quita el placer de la soledad y de desaparecer. ¡Cuánto me gusta no estar, no dejar que los hombres me otorguen el estatuto de existente! La privacidad hace referenciar a esto, y la humildad surge de no querer existir. No quiero ser lo que soy porque esto que soy no encaja. ¿Es esto así? La conciencia es saberse distinto, es conocer nuestros propios límites y saberse distinguir, o mejor, saber que estamos aquí.

No de eso se trata. Nadie es condescendiente con nadie, estamos entre puras contingencias, como dirían los metafísicos. Pues bien, esto encaja dentro del hecho de que la reencarnación no forzosamente hace referencia al salto de una vida particular o en particular, hacia otra. Es decir, que bien yo pude haber sido Ricardo III y ahora ser un jockey de carreras…Bueno es un chiste no muy agraciado…pero igual puede ser que yo tenga tendencia a descubrir continentes porque en mi otra vida fui…etc. Esto es sumamente infantil, diría yo. No es así como funciona. Desde mi punto de vista no nos debiera causar molestia que el budismo tibetano, para buscar a un Bodhisattva famoso o al mismo Buda, utilizara ciertas señas en el cuerpo que debe tener el menor candidato a Dalai Lama como prueba de ser la reencarnación de Buda. Sus motivaciones tendrán. Pero es un hábito litúrgico que yo no comparto, no me parece apropiado que la particularidad de un ser sobreviva la experiencia de la transmigración. “Metempsicosis”, el termino mismo muy bien traducido como “transmigración de las almas”, nos indica la supervivencia a la degradación definitiva de la presencia humana, de los rasgos propios de un individuo. Sin embargo esto es una jugarreta de la mente: no me percibo a mí mismo sino a través del mundo y sus categorías. No soy yo sino en relación a algo, a alguna cosa. Por ejemplo, ahora que hablo, me resultaría imposible manifestarme si no tuviese por tema al budismo. Si una persona “es” es porque se dieron determinadas circunstancia en las que tuvieron que salir a relucir lo que somos. Cuando se dice, por ejemplo, de que alguien “saco el cobre” es decir, dio su verdadero rostro en una circunstancia de combate, de guerra, de suspensión de las garantías individuales, por decirlo de algún modo, se quiere dar a entender de que a las personas no las conoces bien sino en mitad de tribulaciones y situaciones realmente difíciles. Bueno, yo me atrevo a decir de que no solo en ese tipo de situaciones sino en todas las situaciones posibles. Desde luego que la gente que se ve muy buena ciudadana, moral, pulcra y recatada, pero en el momento de una guerra puede sacar su animal que durante tanto tiempo contuvo, y se apreste a cometer todo tipo de excesos, rapiña, violaciones…etc. Dicen por ahí que creemos en un Dios para no ser homicidas.

Pues me resulta claro que eso es la personalidad, que son la expresión de un ente a causa de una acción del medio. ¿Nos conocemos realmente? Bueno, a esto hay que agregarle la pregunta de ¿bajo qué condiciones? No me cabe la menor duda de que es en privado en donde más somos nosotros mismos. Por ejemplo, al momento de hacer el amor, se manifiesta una parte de nosotros que, de tan primitiva, podemos ser de manera por completo diferente de lo que parece ser. Hay personas muy poco expresivas, lacónicas, grises, pero a la hora de tener relaciones pues sacan a todo un artista, por decirlo de alguna manera. Igual funciona de manera viceversa, gente que parece ser muy fogosa, pues, resultan ser un fraude en laca, como se dice vulgarmente. Cuando se está cerca de las cuestiones fisiológicas, más expresamos una forma igualitaria de ser…en este sentido, uno es según el medio en el que se desenvuelve. Cuando alguien se deja influir demasiado por el medio ambiente, empieza a creer que las cosas son realmente importantes, es porque ha perdido su personalidad y empieza a convertirse en un engrane del sistema en el cual se desenvuelve. A esto se le llama "alienación”, al hecho de dejarse influir demasiado por el medio ambiente.

En la vida así no funcionan las cosas. La realidad es que no se puede vivir sino es imprimiéndole a las cosas que hacemos un sello particular, una impronta. No hay remedio que las cosas lleven nuestra firma, que se parezcan a nosotros. De ahí el dicho “las cosas se parece a su dueño”. Es claro esto en el caso de las mascotas y de cómo se adaptan según el dueño, a sus hábitos, formas de ser, e incluso a sus temperamentos. Es famoso el hecho que dentro de familias que tienen determinada tradición haya uno que opte por una salida distinta. Pero esto es una ilusión. Puede que el individuo no sea más que un necio en la medida en la que busca imponer su visión de las cosas tal y como los demás lo hacen pero con diferente objetivo. O puede que alguien, nacido con un gen que antes era recesivo, manifestando un temperamento distinto, forje un carácter resultado de una constante confrontación con el medio. En una familia de pobres siempre hay alguien que se vuelve emprendedor o se vuelve un ladrón. Pues, no veo en ello diferencia alguna. Ambos son emprendedores, y no sé cuál de ellos es más moral que el otro. Pero como sea, tienen la misma visión de dejar atrás la cuna mísera de donde provienen.

¿Qué hubiese pasado si ambos hubiesen sido crecidos en un medio propicio, rico, holgado? Seguramente no tendrían el coraje que tienen el día de hoy. Nada se hace, ni nadie es sino por un deseo de venganza o envidia. Me parece claro que reaccionamos, de que somos incapaces de actuar sobre la realidad teniendo por motor nuestra propia voluntad. El individuo no es nadie respecto su medio, o expresado en otro giro, no es nadie sin su medio. Con el caso de los hermanos gemelos se dice similar.

Me resulta claro, entonces, que si sobrevive algo de la persona de lo humano, pues es algo demasiado general. Aunado al hecho físico de que no somos los mismos, la realidad circundante nos lleva a la verdad de que lo que considerábamos una forma de alma única, de que no había nadie más como nosotros, pues es una entelequia, una pura quimera que no tiene cabida dentro de una forma real de concebir las cosas.

Algo similar decía Simon Weil cuando aseveraba que lo imperfecto del hombre era precisamente su calidad de ser él, su personalidad, su persona, su psique, su…no sé, su todo él, desde la constitución misma de lo físico hasta su mente, sus sentimientos y todo lo demás…

Y que la santidad se lograba únicamente cuando Cristo, esa forma de unión con lo divino, única forma legítima de ser salvado, tomaba nuestro lugar haciéndonos desaparecer por completo. Se entiende entonces que el cristiano verdadero sea más semejante a Cristo en la medida en la que deje ser él, es decir, esté “alienado”.

Bueno, ¿A qué viene todo esto? Pues a que la reencarnación no es más que el tránsito entre los seres de una energía impersonal que, en la medida de que va caminando hacia el Nirvana, más se va desprendiendo del carácter particular de los individuos. Si el sueño es una insinuación de la muerte y en aquél todos estamos perplejos ante la incoherencia del mismo, pues no hay porque pensar que no perdemos por completo una parte de nuestro ser y que sobrevive otra. ¿Qué es lo que sobrevive? Pues la parte más fundamental, el asunto más general: la electricidad. Esto dejaría con los pelos de punta al mismo Carl Jung, pero el inconsciente colectivo (que se haya en la zona más profunda del ser y que en todo o mucho coincide con las características del Sunyata…o por lo menos del éxtasis místico), no vendría a ser más que una constitución de la materia respecto de la energía circundante, una forma de actividad eléctrica en donde aparecen las “tendencias”, aquellas que crean los sueños y la memoria.

No hay duda de que tenemos dentro de nuestra personalidad elementos innatos y adquiridos. Lo que no sabemos es hasta donde llega una y, por ende, cuál es la extensión de la otra.

Pues mi opinión, tal y como ocurre en las hipótesis que presenta el famoso investigador de Virgina…Ian Stevenson…, la reencarnación no es una explicación que de automático haya que rechazar…parece ser que hay que verla como una salida a la falta de explicación de ciertos fenómenos. En mi caso, tengo una opinión muy particular a cerca de la hipótesis de la reencarnación: no es personalista, no creo realmente que sobreviva una parte de nuestra persona. En todo caso, nuestra memoria, de alguna manera sintetizada, así como se comprimen documentos, es la que pueda sobrevivir, pero no nuestra persona. Estoy seguro que nos diluimos, nos disolvemos, y solamente partes nuestras se incorporan de nuevo en forma humana. No reencarnamos en algo o alguien, simplemente la chispa que nos anima, cambia de sitio, y este sitio puede ser plural. Después de la muerte una serie de flashbacks de lugares, personas o cosas, caerán sobre notros aplastando al yo, y nos convertiremos en no más que un simple sueño profundo, de la calidad de esos sueños misteriosos en donde el tiempo parece detenido, y el espacio una extensión de primer plano. Una extraña sensación de estar fuera …

Es entonces que nos daremos cuenta de esta terrible verdad: mientras manejamos nuestro vehículo no somos más que conductores, cuando cruzamos la calle, simples peatones…al momento de hacer el amor, no ejercemos más que la identificación masiva del humano convencional, el ser reproductivo…mientras tomamos clases, no nos queda más que ser estudiantes…leemos como los demás lectores, aplaudimos, nos hinchamos de vanidad cuando alguien nos admira, respondemos ante las acciones del medio, no importa la forma, siempre se expresa una totalidad anónima, como si un extraño ocupara nuestro sitio en esos momentos. Hay tanto de automatismo en nuestra vida, acciones que no revelan ni pizca de personalidad…comer, leer el periódico…reírse de lo risible, hacer lo posible, perderse en las cosas insípidas que hacemos….es la prueba irrefutable de la nimiedad del “yo”.

Bueno, ya termino. Resulta que el asunto de la meditación tiene que ver con la actitud inicial de percatarse que el “yo” es una entelequia, de adentrarse en un presente quieto, congelado. El “yo” desaparece porque no hay memoria, no hay un paso hacia el frente. Esto es suprimir el deseo, ser conscientes de que no hay nada más, de que no existen estos extremos que le dan contorno a la consciencia; el último paso, o mejor dicho la consecuencia de esto, es que la consciencia deja de serlo e inicia un viaje hacia donde estamos en un lugar en donde no estamos, en un lugar que está repleto de nuestra ausencia, porque nos hemos vaciado, hemos dejado atrás la memoria y el deseo, estas  dos direcciones en las cuales se despliega el desapego, haciéndonos desaparecer.



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